Sí a la Superliga europea; no a la mafia de la UEFA
Desde que se anunció la intención de doce clubes punteros y de larga trayectoria de Europa de poner en marcha cuanto antes la Superliga europea, muchas han sido las voces que han considerado que este proyecto era elitista y puramente mercantilista, pues iba contra los equipos más modestos. No es verdad. Para insolidaria, la UEFA, cuyos dirigentes viven a todo trapo a cuenta del rédito millonario que obtienen de los clubes como el Real Madrid, el Barcelona o el Atlético de Madrid, que son quienes ponen el dinero y el espectáculo para recibir las migajas (en relación con lo que aportan) que les da el máximo organismo del fútbol europeo, erigido como una auténtica mafia. La Superliga europea es un proyecto ambicioso que marcará un antes y un después en el fútbol profesional y que permitirá que los aficionados disfruten con asiduidad de duelos futbolísticos que ahora se ofrecen con cuentagotas. No tiene sentido que los clubes hayan avanzado hacia una profesionalización integral de sus estructuras y la UEFA siga mostrándose como una organización regida por auténticos vividores que se están forrando a costa del esfuerzo de unas sociedades deportivas que arriesgan el dinero de sus socios para que los mayores beneficios se los lleven unos señores apoltronados en sus cargos millonarios.
Se acabó la mafia de la UEFA. Por supuesto, falta por definir quienes serán los clubes que acompañen a esos doce equipos fundadores. Su incorporación debería tener en cuenta el rendimiento deportivo de otros clubes para que el proyecto no derive en una competición elitista ajena al mérito de equipos distintos a los fundadores. Para eso hay tiempo. Los intentos de la UEFA y de la Liga española de ponerle puertas al progreso y amenazar con represalias resultan patéticos. Acusan a los fundadores de la Superliga europea de insolidarios. Y lo hacen desde sus cómodos despachos. El espectáculo, la inversión y el riesgo lo ponen los grandes equipos europeos y ellos imponen las normas y se quedan con la parte más importante del negocio. Se les acabó el chollo.