Si bebes, no hagas guías
El Ministerio de Igualdad de Irene Montero ha llegado a la conclusión de que el alcoholismo en las mujeres se debe a la «desigualdad», que es donde empiezan y terminan todas las conclusiones del Departamento podemita.
No parece muy científico el argumento, sino que más bien rezuma ideología feminista radical y es la apoteosis de la contradicción, porque si hace décadas el consumo de alcohol y tabaco se circunscribía a la población masculina adulta, a medida que las desigualdades de género se han ido reduciendo, las mujeres han empezado a adquirir hábitos de consumo similares a los de los varones. Eso es lo que dicen todos los informes y estudios: a mayor igualdad de género, se estrechan las diferencias entre hombres y mujeres en cuanto a las adicciones al alcohol o el tabaco se refiere. O sea, lo contrario de lo que mantiene el Ministerio de Irene Montero. La desigualdad no fomenta la ingesta de alcohol en las mujeres, sino todo lo contrario. A más igualdad, más consumo.
«Una gran parte de las mujeres hemos sido educadas para dedicarnos a otras personas, relegando nuestras propias necesidades», relata la guía para sostener a continuación que parte del tiempo de las mujeres y de sus energías «se emplean en que personas de su familia se sientan bien y esto, a menudo, provoca una sensación de vacío, de debilidad y de confusión que puede hacerles vivir una situación de vulnerabilidad».
El argumento se da de bruces con la realidad, porque cabe suponer que la situación de vulnerabilidad de las mujeres es mayor cuando más grande es la desigualdad de género. Y si cuando la desigualdad era mayor, consumían menos alcohol y tabaco, lo que ha ocurrido es todo lo contrario: que al ir reduciéndose la brecha de género, el consumo entre mujeres ha ido creciendo hasta igualar o incluso superar al de los hombres.
Lo del Ministerio de Igualdad es de traca. Y lo malo es que los estudios que se presentan como si fueran el oráculo de la verdad nos cuestan un ojo de la cara. Consejo: si bebes, no hagas guías.