Semana con extra de cinismo
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La primera definición del diccionario de la RAE para la palabra cinismo expresa, con mayor crudeza y gravedad de lo que habitualmente se piensa, lo que significa e implica ese comportamiento: desvergüenza en el mentir o en la defensa y práctica de acciones o doctrinas vituperables. Y, sin embargo, es el término más adecuado para describir el desempeño habitual del conglomerado progre-comunista del Gobierno, y especialmente en estos últimos días.
A José Luis Ábalos el Tribunal Supremo le ha retirado el pasaporte, agravando su condición de imputado en la comisión de al menos cuatro graves delitos: pertenencia a organización criminal, tráfico de influencias, cohecho y malversación. Además, se ha conocido su utilización continuada de servicios de prostitución, que eran facilitados por sus colaboradores y que eran sufragados con fondos públicos o procedentes de actividades ilícitas. Frente a todo este aquelarre de corrupción y prostitución, el Gobierno, del que era vicepresidente, y el partido, del que era vicesecretario, marcan una conveniente distancia y, si acaso, dicen que ya fue apartado de ambas instituciones y que ahí terminan sus responsabilidades penales e incluso políticas. ¡Toma ya examen de conciencia!
A Juan Carlos Monedero, fundador y gurú ideológico de Podemos, se le acusa y denuncia por numerosos episodios de acoso sexual a alumnas y a colaboradoras. En su partido, que oficialmente tomó el feminismo como signo de identidad y que impulsó una legislación que consagra la exigencia del consentimiento explícito y la estigmatización y culpabilización preventiva del varón heterosexual, se conforman con decir que ya estaban retirando de manera progresiva las responsabilidades del compañero. ¡Toma ya autoexigencia!
Al Gobierno, convertido en un órgano de exaltación y propaganda, es muy habitual que le vaya igual de bien una situación o su contraria. De las elecciones alemanas del domingo y del ostensible fracaso del partido socialista (SPD) su principal lectura es que el PP español tiene que aprender que no hay que pactar con la extrema derecha. Nada tienen que decir de la disponibilidad del SPD a colaborar con el victorioso partido conservador, en contraposición con la decisión del PSOE de echarse en brazos de las minorías independentistas y antidemocráticas. ¡Toma ya coherencia!
A Pedro Sánchez el trumpismo desmelenado y desestabilizador le permite hacerse propaganda (que es algo que le fascina) con su auto asignado papel de antagonista. Por eso ayer había que salir corriendo para hacerse una foto en Kiev intentando evitar que alguien le recuerde su tancredismo de la semana pasada en París, o que cada mes se incrementa la compra del gas ruso, o que no tiene presupuesto ni para ofrecer ayudas reales a Ucrania ni para incrementar el gasto de defensa, o que además una buena parte de sus ministros y sus apoyos son abiertamente pro Putin. ¡Toma ya transparencia!
En realidad, todas estas situaciones ponen de manifiesto algo más de que el cinismo sea la manera habitual de actuar de la izquierda de nuestro país. Demuestran también que esa cualidad está ya completamente descontada e interiorizada por sus votantes, y que el comportamiento cínico es también el que prevalece a la hora de acercarse o de participar en la política, aunque sea con la simple emisión del voto. Es por eso que solo en contadas ocasiones los ciudadanos que apoyan a los partidos de izquierda están dispuestos a exigir a esos partidos y a sus lideres que no caigan en los comportamientos indebidos, en las mentiras e incongruencias o incluso en los actos ilícitos que sí afean a los demás actores políticos.
Evidentemente, el cinismo no es exclusivo de la izquierda, pero es en ese lado del espectro político donde se ha arraigado. En primer lugar, porque perdieron el suelo ideológico y se quedaron colgados de la brocha de unas virtudes del socialismo que siguen defendiendo a sabiendas de su inexistencia; siguen estirando el chicle de un modelo que sacrifica en gran parte la libertad y la seguridad sin corregir (o incluso agravando) la desigualdad y la pobreza. Y después porque, en nuestro país, el sanchismo se ha desarrollado sobre la quimera de una mayoría progresista que, en realidad, se mantiene por medio de un entramado de mentiras, intereses espurios, relaciones mafiosas y sectarismo.
En fin, una semana de cinismo agravado; que va desde la ocultación de los casos de corrupción en el Gobierno de la regeneración a la doble moral de siempre en los babosos machirulos de Podemos y Sumar; de la sutileza del monaguillo Albares que pretende añorar la gran coalición alemana al cinismo zafio de Marisú Montero que ahora considera un gran éxito que los andaluces, entre otros, paguen la deuda de los catalanes. ¡Y es que, aunque son cada vez menos, cada vez son más cínicos!
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