«¡Segundos fuera!» en el ring de Madrid

«¡Segundos fuera!» en el ring de Madrid

Los medios de comunicación y analistas políticos son unánimes en calificar estas inmediatas elecciones autonómicas en Madrid, como determinantes para el Gobierno de Sánchez, a efectos de encarar la segunda mitad de la legislatura, o incluso para unas eventuales elecciones anticipadas.

Este acontecimiento confirma, sin lugar a dudas, el refrán de que «quien juega con fuego, acaba quemándose». Quién se lo  iba a decir a los «listos» que, aburridos de gestionar la pandemia y de carecer de elecciones a la vista en dos años después de los comicios catalanes, se entretuvieron durante semanas en urdir desde Moncloa mociones de censura que desestabilizarían los Gobiernos de coalición entre PP y Cs que, apoyados por Vox, están al frente de diversas comunidades autónomas.

Con Sánchez de director de orquesta, se planeó una estrategia que sobre el papel iba a dejar al PP en KO técnico, y a Cs como nuevo socio preferente del Gobierno sanchista, necesitado de alejarse de un socio tan poco presentable como Pablo Iglesias. Ello como un golpe de efecto centrista, para generar las sinergias precisas para transmitir la confianza necesaria a quienes nos aportan 140.000 millones de euros para «la recuperación económica y la resiliencia», y encarar las nuevas elecciones autonómicas, municipales y quizás generales dentro de dos años, en un escenario de poder territorial muy reforzado. Como digo, en teoría la estrategia era un éxito seguro y con consecuencias sísmicas de alta intensidad en la escala de Richter, pero el papel lo aguanta todo, y lo que debía comenzar en la Región de Murcia con réplicas en Madrid y eventualmente en Castilla y León y Andalucía, ha acabado en un fiasco descomunal para sus promotores. El inquieto Aguado, que ya se veía como presidente de la CAM, está hoy desaparecido del escenario político; su homónima murciana, en su misma situación; los Gobiernos de coalición llamados a extinguirse, han salido reforzados; y la marca de Arrimadas jugándose la supervivencia nacional en la Asamblea madrileña.

El estado mayor monclovita, socialista y ciudadano, que planificó esta ‘blizrieg’ ha quedado retratado y sentenciado para futuras operaciones. La ironía del destino es que Pedro Sánchez se encuentra inmerso en una batalla compitiendo nada menos que contra su indeseada Isabel Díaz Ayuso, que desbarató todos sus planes en una maniobra digna de Miguel Ángel Rodríguez, noqueando a su homónimo Iván Redondo. Un efecto colateral insospechado este de unas elecciones autonómicas adelantadas, con un mandato de tan solo dos años, y en una comunidad como Madrid, tan poco «histórica» —ese calificativo quedaba reservado, como sabemos, para el País Vasco, Cataluña y Galicia, a las que se sumó Andalucía con el referéndum que le permitió acceder a la autonomía por la vía del artículo 151 de la Constitución (la vía rápida y con mayor nivel competencial)—.

Madrid se ha ganado ya el ser considerada como una comunidad, si no histórica, sí con la mayor importancia política en el panorama nacional. Tanto es así que Cataluña —que sigue en un bloqueo permanente tras sus elecciones, con un Gobierno de la Generalitat en funciones desde hace meses— se encuentra con gran parte de la opinión pública desconectando de ella, cansada y hastiada de un procés surrealista, y que ha tenido en el caso de Javier Cercas, un ejemplo del nivel al que ha llegado el proyecto separatista.

Han pasado pues ya unas intensas semanas desde la fracasada moción de la Región de Murcia y acaba de empezar la campaña que durante quince días va a mantener acaparado el foco informativo. Ya dijimos que el 2 de mayo, fecha que conmemora una sublevación nacional histórica y que es la gran fiesta de la CAM, coincide con el final de la campaña electoral que ha colocado a Madrid como la síntesis de las Españas y a Isabel Díaz Ayuso cual Agustina de Aragón frente al «imbatible» Sánchez. Al lado de ellos y como meros actores secundarios, aparecen Gabilondo, Casado, Abascal, Monasterio, Iglesias y los demás. Comienza el combate y el árbitro ordena: «¡Segundos fuera!». Aunque si de Vox depende la continuidad de Ayuso al frente, Abascal va a tener su revancha de aquella otra moción, también de censura. Para variar.

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