¡El sanchismo en llamas!
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«Tengamos en cuenta que la virtud, el saber, el amor a la libertad son las cualidades que desencadenan la fatal venganza de los inquisidores y que, cuando las mismas son destruidas, dejan a la sociedad en la más vergonzosa ignorancia, corrupción, y sometimiento.» David Hume
La espantosa deriva autocrática del sanchismo es francamente aberrante a la vez que preocupante. Una deriva bañada de estrategias propagandísticas y artimañas chusqueras que no dejan de darnos señales de que las grandes conquistas de los regímenes autocráticos modernos se logran mediante el silencio de la gente de bien, que atónita por los hechos e incorrectamente esperanzada de que alguien le ponga remedio, aguarda casi bloqueada. Pero la apropiación de las instituciones del Estado, así como de sus leyes son hechos que se mastican con lentitud, paso a paso, sin prisa pero sin pausa, hasta que lo que parece obvio y evidente llega a un punto de no retorno, ¿verdad? Acompáñenme y les cuento cómo lo han conseguido esta vez…
¿Alguna vez les ha ocurrido con un conocido, amigo, un familiar o pareja? Esa persona que te la juega día tras días, cada cual peor, cada decepción más insólita. ¿Tan fuerte la reciente que relativiza la anterior y así todos los días? Pues bien, estos tienen nombres y apellidos, y son una banda, ¿las dos últimas? Usar de escudo las ayudas de la DANA, la subida de las pensiones y las del transporte público en un decreto Ley corrosivo enfrascado en una Ley ómnibus junto a su patético discurso en Davos. Por supuesto, la no aprobación parlamentaria ha sido vilmente contraatacada por los voceros sanchistas, culpando a su titán político; la perversa y endiablada «derecha» y «ultraderecha» o incluso ya a los «nazis» de tal magnicidio social. Poco a poco, la retórica de la palabra va calando entre la ignorancia y cala como gota malaya, tal y como les enseñó Goebbels en los 11 principios de la propaganda. ¡Qué bien aprendido lo tienen! Ahora van a por la censura… Y es que como decía Gandi: «Cuida tus pensamientos, porque se convertirán en tus palabras. Cuida tus palabras, porque se convertirán en tus actos. Cuida tus actos, porque se convertirán en tus hábitos. Cuida tus hábitos, porque se convertirán en tu destino». Y el destino de una sociedad adoctrinada por la propaganda no alberga esperanza alguna de vislumbrar otro faro que la del perverso brillo de un iceberg en plena noche.
Las fórmulas políticas que llevan creciendo en nuestra sociedad desde la caída del muro de Berlín han fracasado y están colapsando. El fin del comunismo y de la Guerra Fría que fueron consecuencia de dos guerras mundiales, trajeron una era de paz que nos convirtió en una sociedad débil y ya saben que tiempos duros forjan sociedades fuertes, y las sociedades fuertes forjan buenos tiempos, pero las sociedades débiles crean tiempos difíciles y en eso estamos, en el colapso de una sociedad que ha sido demolida nuevamente por el renacido colectivismo una vez derrotada la URSS. Y es que el comunismo ha sabido mutar bajo la injusta creencia de la justicia social y una retórica buenista que si bien suena bien en la ficción no supera la utopía, y es que las fórmulas políticas que nos han gobernado durante las últimas décadas han fracasado y como sociedad estamos obligados a recuperar aquellos principios que nos dieron el éxito económico y social que hicieron grande a occidente. Hablo de las ideas básicas de la libertad; el derecho a la vida, la libertad y la propiedad privada en contraposición de un modelo que en sus entrañas esconde el manifiesto deseo de destruir la libertad para obtener un modelo social en el que los principales beneficiados sean la clase política y sus secuaces. Un modelo en el que el Estado siga creciendo como un tsunami atronador que cada vez se haga más fuerte, arrasando todo lo que encuentra hasta que sea el mismo Estado el que se convierta a su vez en juez y parte interesada.
¿Y cuál es el camino que debemos construir? Simple, reducir drásticamente el tamaño del Estado para cortar de raíz los peligrosos privilegios y el poder coercitivo de los gobernantes e impedir que de esta manera concurran en otras labores que no sean otras que las que se les ha encomendado y que no son otras que la defensa del derecho a la vida, a la libertad y a la propiedad privada, devolviendo al contribuyente lo que es suyo y eliminando de esta manera la maraña regulatoria y la burocracia que está hundiendo económicamente a Europa como consecuencia de un Estado cada vez mayor que trata de justificar su propia existencia regulando y restando libertades, incentivos y por ende, prosperidad a sus ciudadanos.
Porque la sociedad es de los ciudadanos, no de sus gobernantes, ¡jamás lo olviden! Occidente se hizo grande gracias al intercambio privado de bienes y servicios, facilitando el innato espíritu de creatividad empresarial que el ser humano dispone cuando está incentivado. Este modelo de la libertad fue cambiado por un modelo que reemplazó las comunidades libres por la colectivización forzada, el caos creativo del mercado por la injusticia social de la redistribución de la riqueza y los falsos preceptos de la igualdad causando como consecuencia una sociedad llena de resentimiento, donde hay dos tipos de ciudadanos: los que son pagadores netos de impuestos y quienes son beneficiarios del Estado (no me refiero a personas vulnerables) sino a organizaciones supranacionales, entidades privadas privilegiadas por mantener favores con el Estado, al sistema bancario rescatado sistemáticamente sin considerar el riesgo moral y en definitiva a todas aquellas organizaciones públicas y privadas que son beneficiarios netos del Estado o privilegiados. En un Estado libre, cada cual obtiene lo que merece y el principio que se eleva por encima de la justicia social y la redistribución de la renta es el trabajo duro, la solidaridad y el libre mercado.
Y si hablamos del libre mercado, ese que yo tanto amo y tan demonizado por la retórica propagandística y de progresismo barato, tachado como el mal endémico de nuestra sociedad, simplemente me gustaría hacer un pequeño inciso: las políticas socialistas en realidad han liderado a España el 70% del tiempo de nuestra democracia y vienen gobernando nuestro país durante los últimos 6 años, ¿acaso tiene sentido culpar a las políticas conservadoras si a corto, medio y largo plazo vienen gobernando las izquierdas? ¿Acaso tiene sentido que constantemente hablen como si estuvieran en la oposición? Queridos, afirmar que el mercado falla no es otro signo más de lo que implica la flagrante ignorancia que os dirige puesto que el mercado no falla, lo que falla es tratar de resolver los presuntos fallos de mercado con una maraña regulatoria que no hacen más que pervertir el libre mercado y vuestras carencias en dicha materia. Y es que el mercado es un mecanismo de cooperación social donde se intercambian voluntariamente derechos de propiedad, por lo que hablar de fallo y mercado es una contradicción en sus propios términos. Aquí, lo único que provoca fallos de mercado es la intervención generando distorsiones en el sistema de precios, lo cual entorpece el cálculo económico, el ahorro, la inversión y la función empresarial.
Hume nos explicó que la virtud, el amor y la libertad son pretextos poderosos que desencadenan la ira de la envidia en los inquisidores, que se esconden en la cobarde fatalidad del poder para destruir estas cualidades y convertirlas en una sociedad en la más vergonzosa ignorancia, corrupción y sometimiento a una clase política autocrática más cercana a resolver sus supuestos problemas que a centrarse en su única y exclusiva función encomendada: la defensa del derecho a la vida, a la libertad y a la propiedad privada. Ya no aspiro a que cumplan con sus obligaciones, más bien que nos dejen a los ciudadanos cumplir con las nuestras.