Sánchez, no tienes dignidad

Mientras los españoles anticipan su futuro cercano caracterizado por los problemas de abastecimiento de gas y, por tanto, con las dificultades consiguientes para las empresas, las familias y los bolsillos de todos nosotros, el bluff Sánchez vuelve a hacer lo mismo que en cualquier crisis anterior que se ha encontrado por el camino, por ejemplo, la pandemia.
En primer lugar, negar la mayor asegurando que no va a haber problemas de abastecimiento de energía al igual que en febrero de 2020, para referirse al Covid-19, decía que España tenía un sistema sanitario fuerte a prueba de bombas. Después de aquello, 150.000 vidas se llevó la enfermedad en nuestro país. Ya se sabe, cuando Sánchez diga una cosa lo mejor siempre es pensar y prepararse para lo contrario.
En segundo lugar, esconderse como hacen los políticos cobardes que no sienten ninguna empatía por los problemas de los ciudadanos. En la crisis del coronavirus, Sánchez desapareció durante mucho tiempo y puso al pie de los caballos al desaparecido ministro de Sanidad Salvador Illa, y ahora lo ha vuelto a hacer con el ministro de Exteriores, Napoleón le Petit José Manuel Albares, quien a su vez para evitar su propio achicharramiento a fuego lento después de no haber conseguido nada en las negociaciones con los argelinos, le pasó el marrón a la ministra de Transición Ecológica, Teresa Ribera.
Sánchez es un fiel seguidor del capitán Araña, que embarcaba a la gente y se quedaba en tierra. Esto es lo que diferencia al jefe del Ejecutivo de otros homólogos suyos que cuando han venido mal dadas en lugar de esconderse, han sacado lo mejor de sí mismos.
Enero de 2019. Rusia decidió cortar de forma unilateral el suministro de gas a media Europa. La canciller alemana Angela Merkel descolgó el teléfono y no tardó un minuto en llamar a su colega ruso, Vladimir Putin, para tener un encuentro de urgencia con él. A mediados de aquel mes, Putin se plantó en Berlín, tuvo su cumbre con la dirigente alemana y en cuestión de días el suministro de gas ruso fue reabierto.
Volviendo al caso del gas argelino, ¿sabiendo Pedro Sánchez desde hace meses la intencionalidad de los argelinos de cerrar el gasoducto del Magreb, por qué no llamó de urgencia a su colega de Argelia a convocarle a una reunión de máxima urgencia? Pedro Sánchez no movió un dedo y no hizo absolutamente nada por sus ciudadanos.
Cualquier dirigente político con sentido de la responsabilidad y de Estado habría cogido el avión oficial, que para eso sí que es muy útil en lugar de los periplos a Doñana o al Festival de Benicàssim, y se hubiera plantado en Argel para lograr una solución inmediata. ¿Para qué mandar a una ministra a Argelia cuatro días antes del cierre del gasoducto más allá de para hacerse la foto?
Que no nos vengan con gaitas de que todo es un problema derivado de la ruptura diplomática entre Marruecos y Argelia porque los grandes damnificados del cierre del gasoducto somos los españoles. ¿De qué nos sirve ser una potencia media si el actual Gobierno de Sánchez es incapaz de mediar entre los dos países en liza? El cúmulo de desastres cometidos desde La Moncloa es histórico. Porque ahora viene la otra gran pregunta, ¿para qué se trajeron a escondidas a España al acusado como genocida Brahim Ghali, gran protegido de Argelia, si luego dicho país no nos iba a devolver el favor en forma de seguir suministrando el gas?
Encima con el cierre de la tubería a su paso por Marruecos el país magrebí tiene ahora el derecho de nacionalizar la parte que pasa por su territorio, con lo que difícilmente volverá a funcionar como hasta ahora. Como puede verse el nivel de amateurismo, falta de previsión e irresponsabilidad de Pedro Sánchez y su banda roza lo delictivo. Cada día que pasa acumula razones para pasar a la posterioridad como el peor presidente de la democracia junto a su predecesor José Luis Rodríguez Zapatero. Incluso se podría decir que supera a su antecesor en indignidad, sectarismo y mentiras permanentes. Cada día que pasa, Sánchez es un estorbo para los españoles.