RTVE masajea a Sánchez a costa de hundir a Melody

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Paula M. Gonzálvez

Poco le ha importado a RTVE el arduo trabajo de la Diva Melody para dejar a España en todo lo alto en Eurovisión, porque la televisión pública ha priorizado otro de sus masajes a Pedro Sánchez, a costa de cargarse la interpretación de la sevillana. TVE fue la que empujó a Melody a la cola, hasta la antepenúltima posición. Los mismos que echan humo cuando escuchan aquello de «Eurovisión es política» se la han jugado a la cantante -o lo que es lo mismo, a España en Eurovisión- para hacer, precisamente, política.

Melody es la última marioneta de la televisión pública para difundir el mensaje al gusto del «puto amo». Así, España sigue compungida por el eurodrama de 2025, y no es para menos. Melody llevó al escenario de Basilea (Suiza) una impecable representación de España, una de las mejores de los últimos años. No lo dicen sólo los eurofans motivados, los expertos coinciden. La perfección se dejo ver a nivel vocal, en la puesta en escena, en el cuerpo de bailarines, en la facilidad con la que Melody jugó con la cámara, en el vestuario, etc. No hay un solo pero.

Esta vez no es España la que se ha arrebatado a sí misma el premio, como en 1979, cuando Betty Missiego estaba acariciando la victoria y España, último país en votar, dio los 10 puntos a -¡sorpresa!- Israel, que acabó ganando. En esta ocasión no ha hecho falta que entre en escena el jurado profesional, ya lo ha hecho la televisión presidida por José Pablo López, que aparece en la famosa foto de Melody en Moncloa, con Sánchez. Esa fue otra de las veces en las que el Gobierno utilizó a la representante de Eurovisión para ganarse a unos cuantos eurofans.

RTVE ha cruzado más de una línea roja: en primer lugar, hizo caso omiso a la prohibición de la Unión Europea de Radiodifusión (UER), y el que avisa no es traidor. El organismo responsable de organizar Eurovisión advirtió que la televisión no podía repetir los comentarios sobre Gaza de la segunda semifinal del certamen. De ocurrir, se exponía a una multa. Pero el ente, en un alarde de ese buenismo con el que vende su superioridad moral, pasó olímpicamente de las normas. Es decir, desafió a la UER.

Y para intentar ganar la obscena batalla que empezó, RTVE se llevó por delante a Melody, con un mensaje emitido aun conociendo los riesgos. Sobre fondo negro, en castellano e inglés, se pudo leer en pantalla antes de la final del certamen: «Frente a los derechos humanos, el silencio no es una opción. Paz y justicia para Palestina».

España se llenó de mandíbulas desencajadas cuando el televoto sólo otorgó 10 puntos a Melody. Todo apunta a que el motivo del batacazo está en ese rótulo. Es más, las comparaciones son odiosas: mientras que Melody se iba a la cola, el resto de territorios se volcó con Israel, que recibió el mayor número de votos del público, que lo aupó hasta la cabeza de la lista, desde el decimosexto puesto.

Los votos de los españoles fueron también para Israel, con un apoyo masivo que se entendió como un bofetón a Pedro Sánchez «escuchado incluso en Jerusalén», manifestó el mismísimo Amichai Chikli, ministro israelí de la Diáspora.

La cosa no podía quedar así, y RTVE ha acariciado el lomo de Sánchez dándole dado la última palabra. Ahora, RTVE está en vilo, tras pedir una auditoría a la UER, a ver si con suerte salta la liebre. Quiere dar la razón al presidente del Gobierno a toda costa, pero calla sobre el daño que hizo a Melody con su rótulo. Cero autocrítica.

En resumen: Eurovisión sí es política (de nuevo) y si la representante no se quiere posicionar, la posicionan. Si no existen artistas del clan de la ceja, ¿los creamos?

PP Melody Sánchez

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