El riesgo económico de Sánchez

El riesgo económico de Sánchez

Sánchez, tras pronunciar un mitin en La Moncloa el viernes pasado, vulnerando todas las formas institucionales que deben acompañar todo acto en la Presidencia del Gobierno, decidió proponer la convocatoria de elecciones generales. Lo hizo eligiendo una fecha que obligará a celebrar la campaña electoral en plena Semana Santa. Pudo fijar una fecha tres semanas anterior o bien agruparlas con las municipales, autonómicas y europeas de mayo, pero no quiso, porque quiere gobernar a base de decreto tres semanas más y los barones de su partido no le dejan que las agrupe, para evitar el contagio de su gestión.

Pues bien, Sánchez deja un legado económico pésimo, con dos problemas importantes: el primero, una economía en desaceleración, ante la cual no se ha iniciado ninguna reforme que la palíe o evite. El segundo, es que, además, las medidas que ha tomado caminan en la otra dirección, la de avivar más la desaceleración y poner en peligro la estructura económica española. Medidas como la del salario mínimo o la demagogia en pensiones hacen de Sánchez un irresponsable, que es capaz de llevar a cabo cualquier medida con tal de que ésta le permita permanecer en el poder. Su proyecto de Presupuestos, felizmente rechazado, no era más que un presupuesto populista y comunista, que no servía para gestionar de manera ordenada, que incrementaba el gasto y se disponía a llevar adelante una subida feroz de impuestos para, así, contentar a sus socios podemitas, además de constituir una cesión intolerable a los independentistas.

El problema es que Sánchez ha dejado ya mucho mal hecho, pues, por ejemplo, el incremento desorbitado del salario mínimo ya opera, al haberse aprobado por decreto, al igual que la subida de las pensiones ligada al IPC. Además, el gasto lo va a disparar con o sin presupuestos, y el agujero que va a crear va a ser mucho mayor que el objetivo de déficit de España. Todavía la ministra Montero decía que muchas de esas medidas tratarán de que salgan adelante por decreto, con lo que el peligro no está evitado.

Por eso, es muy importante, esencial para la economía, diría yo, que Sánchez no gane las elecciones y, además, no gobierne. Él sigue apostando por una alianza como la que ha tenido hasta ahora, conformada por Podemos y todos los independentistas. Si eso sucede, ya sabemos a qué nos enfrentaremos: un beneficio brutal para contentar a los independentistas y unas medidas bolcheviques para contentar a Podemos, con duras subidas de impuestos incluidas. Por eso, es fundamental que el bloque del centro-derecha gane y gobierne, para que reconduzca a la economía española, trate de mitigar los males que ha dejado Sánchez y prepare a la economía para volver a contar con una sólida evolución, superando la etapa de desaceleración. Ese bloque, liderado por el PP, se enfrenta a las medidas socialistas: gasto público desmedido, impuestos altos e intervencionismo de la economía. Frente a ello, el PP propugna una revolución fiscal, una liberalización de la economía y un gasto limitado, donde gracias a la eficiencia permitirá mantener los servicios esenciales. Sánchez ha hecho mucho daño en todas las facetas políticas, pero en la economía es clara y manifiesta. Por eso, es esencial que Sánchez concluya el 28 de abril su singladura como presidente del Gobierno.

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