¿Y quién defiende a los autónomos?

¿Y quién defiende a los autónomos?

Escribo esta columna después de conocer in situ cómo ha cerrado el enésimo comercio en España y comprobar en la cara de sus propietarios, Pilar y Jaime, dos autónomos de mediana edad, el contorno del fracaso dibujado en esos ojos hundidos tras un sueño al que la vida no deja salir. Han decidido tirar la toalla, abandonados a su suerte y cansados de luchar, solos, contra un monstruo insaciable. ¿Cuántos más acaban el día con la idea de continuar su mismo camino?

Los autónomos son una especie única, forjada contra el destino y amiga de esas dificultades que lo cotidiano te pone en la mesa. Se les conoce mejor en la tormenta que con el sosiego de la calma. Cuentan que, en tiempos duros, comen cosas que harían vomitar a una cabra, y soportan las inclemencias del tiempo y las desventuras con la misma facilidad que tiene un socialista para mentir y saquear las arcas públicas. Mientras esperamos la revolución liberal que no llega, presos de un modelo político que ahoga el proyecto de vida de los individuos, los autónomos se alzan contra ese Estado gigantesco de intereses en el que esta institución coactiva, entelequia que existe por el manejo de unas élite casposa y cobarde que se dedica a atacar el proyecto de vida de otras personas, redobla sus esfuerzos en perseguir -y esquilmar a quienes intentan prosperar para sostener a los que desean ser mantenidos.

En España se superaron hace tiempo los tres millones de autónomos, y creo no equivocarme si la sensación de la mayoría hoy es que no son libres para ejercer la vida que quieren ni organizarla bajo los propósitos establecidos por ellos por encontrarse sumisos a una prioridad mayor llamada aparato de monopolio de la violencia, esto es, Estado. Su día a día consiste en pasar la hoja del calendario con temor, esperando el siguiente plazo para abonar la cuota mensual o trimestral, la del impuesto revolucionario o la del IVA que, junto al IRPF, salarios, seguros sociales y retenciones varias, constituyen eso que la sociedad civil sufre a diario y que llamamos infierno fiscal, un término que molesta a los economistas caprichosos y vendecuentos del régimen. Si a todo ello le sumamos que tres de cada cuatro autónomos tienen más de cuarenta años, hallamos el problema respecto a quién debe tirar del carro y por qué no se quiere incentivar el emprendimiento entre los jóvenes ni estos encuentran motivos para crear negocios viendo el panorama controlador que tenemos encima. Son, sin duda, el colectivo más castigado y poco rebelado de cuantos integran el ecosistema de damnificados por la casta vividora del poder.

Y muchos nos preguntamos, ¿Hay alguien que defienda a los autónomos? ¿Tienen los autónomos patronal o sindicato que represente sus intereses? ¿Quién los moviliza cuando toca sacarlos a la calle? A pesar de que existen tres asociaciones que representan a los autónomos, UATAE, UPTA Y ATA, sólo esta última se ha autoerigido como patronal de los mismos, una condición muy sustentable en lo virtual, aunque la realidad diste mucho de lo que su todopoderoso presidente, Lorenzo Amor, a la sazón, vicepresidente de la CEOE, presume de hacer, Cobijado en las generosas subvenciones que el Gobierno (ayer del PP, hoy del PSOE) otorga a la patronal de los empresarios, Amor lanza de vez en cuando proclamas de andar por casa criticando subidas de salario mínimo y reformas laborales con la que excusar su fecunda conciencia de casta empresarial.

¿Le han visto defender a los agricultores, -en su mayoría autónomos- ante los ataques del gobierno socialista y la burocracia europea? ¿Han escuchado al César de todos los autónomos exigir la cuota cero para aquellos compañeros que no ingresen o poner el grito en el cielo por ser el país de toda Europa donde sus representados (es un decir) pagan más en comparación con lo que reciben? ¿Han contemplado su indignación al enterarse de que ocho de cada diez autónomos perciben que su situación económica es peor que la de hace un año, según recoge un informe de la propia asociación que dirige? Sus asociados, tampoco. Es difícil liderar con solvencia al autónomo o al empresario si tu supervivencia depende de la subvención económica del mismo gobierno que está asfixiando al colectivo al que perteneces y dices representar. Por desgracia, hace tiempo que ATA se ha convertido en la excusa para mantener a raya a quienes contribuyen dolorosamente a mantener el tinglado del que la propia patronal de los autónomos, y sus dirigentes, forman parte.

Si con esto no ha resultado suficiente, aquí tienen otra prueba de su contribución a la causa. Existe una directiva europea de 2020 que permite eliminar la obligación que tienen los autónomos de declarar el IVA trimestral si su facturación es inferior a 85.000 euros anuales. Así, Europa, por mor de dicha directiva, obliga a los países de la Unión a poner en marcha esta medida antes del 1 de enero de 2025. España sigue sin hacerlo. ¿Han escuchado al señor Amor exigir al Gobierno su entrada en vigor?

Por todo esto me acuerdo hoy de Pilar y Jaime cuando, después de cerrar su negocio -una ferretería en sus inicios, reinventada hasta su triste final en un todo a cien- me confesaban que en treinta años de autónomos nadie ha salido a defenderlos, a escucharlos y a paralizar las calles para proteger sus derechos. Los autónomos no tienen hoy en España quien les dirija, aunque los que hablan por ellos comen en la misma mesa y bajo idéntico mantel, que los que ahogan su futuro y pisotean su decencia.

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