Queridos socialistas, que os vote ‘Txapote’

Queridos socialistas, que os vote ‘Txapote’

Ejecutaba Borja Sémper el jueves pasado un cuasioxímoron al plantear, por un lado, la imposibilidad de pactar con Bildu y, por otro, la necesidad de «aceptar con naturalidad democrática» la presencia del partido dirigido por Arnaldo Otegi en las instituciones. Aparte de ser una inoportunidad cósmica, cuando los de Génova 13 se juegan su futuro y España su historia y su libertad, sus palabras representan un soberano dislate intelectual. El por otra brillante y moderno político irundarra tiene todo el derecho del mundo a sostener esta opinión, faltaría más, pero desde luego no a contaminar con ella a un PP que unánimemente está dando la batalla ética contra un Pedro Sánchez que camina desde hace un lustro de la mano de la basura humana que se cobró la vida de 856 seres humanos.

Los españoles jamás aceptaremos, y menos con naturalidad democrática, que estos sanguinarios estalinistas sienten sus reales en las instituciones. Cosa bien distinta es que nos tengamos que aguantar la atrocidad legal que perpetró el Tribunal Constitucional digitado por el culpable de toda esta infamia, José Luis Rodríguez Zapatero, al desautorizar en 2011 por seis votos a cinco a una Sala del 61 del Tribunal Supremo que había sentenciado que este partido no se podía presentar a las elecciones toda vez que representaba «una continuación de ETA». Lo cual constituye una cuestión tautológica, un perogrullo insuperable, entre otros miles de motivos porque el terrorista Otegi era el capo de la banda y es el baranda de Bildu y porque David Pla, el jefe de esta mafia cuando aún mataba, es su lugarteniente en esta presunta formación política. Pero ya se sabe que aquí se forjó un acuerdo de Estado, con el increíble concurso del PP de Rajoy, para hacerse el sueco con la normalización e incluso el blanqueamiento de ETA.

El Estado nunca debería haber otorgado el plácet a la irrupción de los etarras ni de sus descendientes en la vida parlamentaria, al menos en tres o cuatro generaciones, de la misma manera que Alemania no ha consentido jamás partidos nazis en el juego democrático. La Ley Fundamental propició que en 1951 se proscribiera el Partido Socialista del Reich, sucesor del NSDAP de Adolf Hitler, y que en 1956 se repitiera jugada con el Partido Comunista de Alemania, un satélite de la Unión Soviética. Tres cuartos de lo mismo se ha hecho con cada intento que han protagonizado los nazis para tener representación en el Reichstag o en los Landstage, los parlamentos de cada estado. No se puede ni se debe normalizar que un asesino sea elegible. Ni siquiera naciendo 70 veces un servidor aceptaré esta ignominia.

Aquí se forjó un acuerdo de Estado, con el increíble concurso del PP de Rajoy, para hacerse el sueco con la normalización de ETA

Prohibir a asesinos participar en la vida pública es lo normal en países serios como Alemania con una sutil diferencia que nos debería de avergonzar a los españoles: desde el fin del nazismo han transcurrido 78 años y desde que ETA puso punto final a los asesinatos escasos 12. Del fin de los atentados terroristas porque ETA continúa presente en la vida vasca y navarra dando palizas a quienes no piensan como ellos, extorsionando y transgrediendo la ley sistemáticamente. En San Sebastián, y no digamos ya en territorios comanches como Hernani, Alsasua o Mondragón, pasearte con una bandera de España en la muñeca o ser concejal del PP o de Vox es un imposible físico o metafísico salvo que te expongas a que te rompan la crisma.

Otro detalle no precisamente baladí: esta gentuza jamás ha entregado las armas ni ha confesado dónde las esconden. Y por si fuera poco ahora cuelan en las listas electorales a siete asesinos etarras y a otros 37 malnacidos que dieron chivatazos, hicieron seguimientos a las víctimas, escondieron armas y explosivos o cobijaron a los pistoleros en sus domicilios tras consumar los atentados.

Primera conclusión: ETA sigue existiendo, para empezar, porque su dictadura continúa vigente en las calles navarras y vascas, y para terminar, porque que el diktat de la banda se ha impuesto en las papeletas de Bildu. Si quisieran poner tierra de por medio, si Bildu no fuera ETA, no hubieran incluido a los 44 terroristas. Tan elemental que sitúa como un imbécil al que abunda en esta tesis del argumentario monclovita y no digamos ya a quien osa discutírselo. Una formación auténticamente democrática no organizaría ongi etorris a los criminales ni, desde luego, colaría de matute a especímenes que dejaron un reguero de muertos, mutilados, calcinados, huérfanos, viudas y viudos, amén de provocar el éxodo de no menos de 250.000 vascos y navarros. Me da hasta asco insistir en lo evidente.

Segunda: ¿dónde está escrito que ETA ha dejado de matar para siempre o que no existe? Fiarse de la palabra de Otegi, Pla, Josu Ternera, Henri Parot o el hijo de la gran puta de Txapote, asesino de Miguel Ángel Blanco, es lo mismo que estrechar la mano a Adolf Putin siendo disidente y colegir que no te envenenará porque se ha comprometido a perdonarte la vida.

Lo que no supone ninguna novedad es que haya etarras en sus papeletas. He de recordar que Josu Ternera, autor intelectual del atentado contra la casa cuartel de Zaragoza en el que murieron 11 personas, de ellas cinco niñas, fue parlamentario vasco en 1998. La historia se repitió con otro centenar de miembros de la banda. Lo que no había acontecido nunca es que el presidente del Gobierno de España los tenga de socios preferentes, que sean sus aliados de legislatura más confiables a la hora de sacar adelante leyes y Presupuestos, por encima incluso de los golpistas de ERC o de esos podemitas que tiene empotrados en el Consejo de Ministros. El romance Otegi-Sánchez volvió a confirmarse esta semana más allá de toda duda razonable al acudir el primero al rescate electoral del segundo anunciando que los etarras con delitos de sangre no tomarán posesión de sus cargos si resultan elegidos.

Josu Ternera, autor intelectual del atentado contra la casa cuartel de Zaragoza, fue parlamentario vasco en 1998

Este estado de cosas que pensábamos coyuntural y ha degenerado en estructural nos ha llevado a los demócratas no sólo a maldecir a Pedro Sánchez sino a considerarlo como el presidente más indigno en los 48 años que han transcurrido desde que dijimos definitivamente adiós a la dictadura. ETA y Bildu, Bildu y ETA, que tanto monta, monta tanto, deben ser siempre la nemésis de cualquier demócrata digno de tal nombre. El obseso del Falcon ha provocado que votar al PSOE en cualquiera de sus variantes sea la madre de todas las inmoralidades. Ningún español puede meter la papeleta con el puño y la rosa so pena de convertirse en cómplice del cómplice de ETA y de los golpistas catalanes. Y lo suscribe alguien que, como el arriba firmante, considera esencial el papel que jugó el Partido Socialista en democracia hasta la llegada de Zapatero, y que sublima ese bipartidismo que nos regaló los mejores años de nuestra historia.

Ningún español puede meter la papeleta con el puño y la rosa so pena de convertirse en cómplice del cómplice de ETA

Del PSOE de Felipe González no quedan ni las raspas. O sí, pero todos callan cobardemente salvo algunas benditas excepciones como ese Alfonso Guerra que, como el vino, mejora con la edad, o como un Emiliano García-Page que bien haría en pasar de las palabras a los hechos. Jamás ha pedido la dimisión de Pedro Sánchez por pactar con ETA. Mientras tanto, mientras el PSOE no resucite la integridad moral, mientras no boten al autócrata, no queda otra que exclamar:
—¡Que os vote Txapote!—.

O Henri Parot…
…o Pakito
…o Josu Ternera…
…o Puigdemont…
…o Junqueras…
…o los violadores que habéis beneficiado…
…o los pederastas…
…o los abusadores…
…o los okupas…
…o Mohamed VI…
…o el mismísimo Satanás.

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