¿A qué espera Sánchez para acusar a Ximo Puig de privatizar la sanidad pública valenciana?

No hay semana en que la izquierda madrileña, con el apoyo de sus terminales mediáticas y de su sindicato médico de cabecera (menudo papelón el suyo), no ponga en la diana a Isabel Díaz Ayuso por «privatizar» la sanidad, una mentira que llevan repitiendo desde hace décadas con muy mal resultado a tenor de cómo se han pronunciado las urnas. La izquierda destila hipocresía por los cuatros costados, aunque el mantra recurrente se les ha vuelto en contra de tanto usarlo. Por supuesto, el socialcomunismo sólo tiene ojos para la presidenta madrileña y no tiene tiene tiempo para fijarse en lo que ocurre, sin ir más lejos, en la Generalitat valenciana que preside el socialista Ximo Puig. OKDIARIO, sin otro afán que el de tener informada a la izquierda, les ofrece unos datos para su reflexión, aunque somos conscientes de que esta gente es más ducha en el arte de manipular que en el de informarse.
Pues bien: la Sanidad pública valenciana, que dirige el consejero Miguel Mínguez en el Gobierno que preside el socialista Ximo Puig (conviene insistir en ello) ha derivado un total de 9.249 pacientes entre enero y abril a centros privados para intervención quirúrgica dentro del denominado Plan de Choque. Mientras esto ocurre, el presidente del Gobierno de España, el también socialista Pedro Sánchez, remite para su trámite parlamentario la denominada Ley de Equidad Sanitaria, una norma casi de punto final a la colaboración público-privada, que sólo permite en muy contadas excepciones esa colaboración. La medida ha sido vendida por el socialcomunismo como una fórmula para evitar que se privatice la sanidad pública madrileña, sin reparar en que hay comunidades socialistas que, con el mismo argumento que maneja la izquierda, estarían privatizando a marchas forzadas la sanidad. Ximo Puig, muy socialista él, sería un claro ejemplo, pero como es de izquierdas y su Gobierno es la mejor expresión del socialcomunismo, tiene bula. Esta gente destila hipocresía.