¿Qué es eso de “Castillaleón”?
Tras el adelanto de elecciones a Cortes de Castilla y León (que podrían producir la desaparición de Cs en otro parlamento regional más), la líder naranja mostró su indignación con “la convocatoria electoral en Castillaleón” (sic). Tampoco vamos a cebarnos con la pobre Arrimadas (que bastante tiene con ser liquidadora en lugar de presidenta de su partido) por decir “Castillaleón”. Pero aprovechando que lo ha dicho, debemos comentar la barbaridad que supone referirse a la comunidad autónoma de León y Castilla la vieja en esos términos, tan frecuentes en nuestra malhablada vida pública.
Imagínense ustedes que tienen dos abuelas de nombre Camino y Henar. Imaginen que trabajan en Washington y que por ello sus hijos apenas conocen a sus abuelas (bisabuelas de ellos), porque cuando van a España sólo visitan a sus padres (abuelos de las criaturas) en Madrid, pero el tiempo no permite ir a los pueblos. Un buen día uno de sus hijos habla de las bisabuelas con total desapego, y las llama “Caminohenar” sin saber si es una o son dos. En ese momento usted se da cuenta (con pena) del error de no haber llevado a sus hijos a los pueblos, haberles presentado a las bisabuelas, y haber favorecido que conozcan su propia historia. Pues esto, más o menos, es lo que pasa con quienes dicen “Castillaleón”.
Hemos llegado a un punto en que no saben ni lo que es León, ni lo que es Castilla, ni el papel que ambas jugaron en sus vidas. No saben que los mapas oficiales en tiempos del Imperio español diferenciaban el Reino de León (abarcando Galicia, Asturias, las actuales provincias de León, Zamora y Salamanca, y la parte occidental de las de Valladolid y Palencia) y el de Castilla (que iba de Santander a Cádiz). Tampoco saben que el mapa de regiones de los libros escolares previos a las CCAA diferenciaban la región de León (provincias de León, Zamora, Salamanca, Palencia y Valladolid) y la de Castilla la Vieja (Santander, Logroño, Burgos, Soria, Segovia y Ávila). Y, lo que es peor, no saben que sin los esfuerzos de los leoneses y castellanos de antaño el español no sería una lengua mundial y hoy seguramente seríamos un califato al uso en el que las mujeres irían bajo un burka y los LGTB (que tanto dice defender gente como Arrimadas) vivirían acorralados.
Uno puede llegar a comprender que el mapa autonómico genere confusión, y que haya periodistas que hablan de “las dos Castillas” pensando en “Castilla-La Mancha y Castilla-León” y no la nueva y la vieja. Pero lo intolerable es que desde los grandes centros urbanos no se vea Castilla y León más que como un accidente geográfico que separa Madrid del mar. Y es que hemos llegado a tal confusión, que hace poco me decía un corresponsal de varios medios nacionales en Valladolid que a veces le llamaban de la central en Madrid para pedirle información de cosas ocurridas en Toledo, Cuenca o Guadalajara, ignorando la geografía de la vieja Castilla.
Atravesando un 23 de abril reciente esa parte de Castilla y León que la gente duda si es Castilla o si es León, paré en Mota del Marqués a visitar un pequeño cementerio. Una monja que lo atendía me dijo que “iba esta mañana mucha gente para Villalar, a la fiesta del día de León y Castilla”. Sería bonito que las nuevas Cortes plantear el cambio de denominación en la próxima reforma estatutaria, pasando a llamar la autonomía León y Castilla. Tal vez así nadie osaría decir “Castillaleón”.
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