El PSOE no es un partido, es una secta
El espectáculo vivido en el Comité Federal del PSOE, con su extensión callejera en los alrededores de la sede socialista, responde a la iconografía de un partido político más propia de un régimen que de una formación de gobierno de una democracia. La lanar expresión de veneración al líder nos remonta a paisajes lejanos -China o Corea del Norte, por ejemplo- en los que la critica y el cruce de ideas han sido sustituidos por el puro sometimiento al jefe, el Gran Timonel ante el que el partido se pliega cual manso rebaño.
Y es que, en efecto, la respuesta del PSOE al sobreactuado amago de dimisión de Sánchez es más propia de una secta que de un partido. No es de extrañar habida cuenta del montón de estómagos agradecidos que dependen de que el PSOE siga ocupando el poder para seguir disfrutando de su privilegiado estatus. El pesebre socialista aclama a Sánchez y le implora que siga en un desaforado intento de que continúe la mamandurria, mientras, en el colmo del cinismo, trata de vender el caso de nepotismo palmario de la mujer del presidente como una muestra de rancio machismo, cargando burdamente contra todo aquel que ose denunciar el comportamiento -como poco éticamente reprochable- de Begoña Gomez.
En el fondo, lo que estamos viendo no es otra cosa que la chusca y estruendosa reacción del régimen sanchista ante el temor de que el amago de fuga del jefe termine por arruinarles el negocio. Provoca vergüenza la respuesta socialista. Lo de su Comité Federal es más una feria de ganado lanar que otra cosa. Y lo de los alrededores de Ferraz, una cañada por donde caminan disciplinadamente las ovejas. Y, mientras, en Moncloa, Pedro y Begoña, reflexionando. La democracia convertida en un reality show. En un deprimente espectáculo a mayor gloria del Caudillo Sánchez.