El PSOE jamás pide perdón
El Tribunal Supremo acaba de ratificar la condena a Chaves y Griñán y en vez de pedir perdón por lo que hicieron, todo el PSOE ha salido en tromba a defenderlos. Es cierto que los dos socialistas no están condenados por haberse lucrado personalmente ni se les han descubierto patrimonios ocultos ni cuentas en Suiza, ni tampoco ha quedado demostrado que hayan financiado ilegalmente al PSOE. Por lo que están condenados es por haber manejado los fondos de la Junta de Andalucía como si de su cortijo se tratase, como aquellos señoritos amigos de sus padres franquistas que a principios del siglo pasado compraban el voto de los jornaleros a cambio de una golosina. Pero es que el daño que han hecho a los andaluces es mucho mayor que si sólo hubieran robado. Porque el dinero “para asar una vaca” que malversaron tenía que haberse usado para generar empleo y riqueza en Andalucía, y no para dotar un “fondo de reptiles” con el que comprar votos, agradecer favores, silenciar a los críticos y asegurar lealtades a un régimen clientelar que les mantuvo en el poder durante 40 años, hasta que se demostró cómo lo hacían. Pero no han pedido perdón, ni lo van a hacer.
En 1997 ocho personas entre las que se encontraban el senador socialista Josep Maria Sala, el diputado del PSOE Carlos Navarro y la coordinadora de finanzas del partido Aída Álvarez, fueron condenadas a penas de entre seis meses y 11 años de prisión en el conocido como caso Filesa, que fue una trama de empresas en la que quedó acreditada la financiación irregular del PSOE con más de 1.200 millones de pesetas para la campaña electoral de 1989, en la que Felipe González revalidó su tercera mayoría absoluta. Las empresas creadas por el PSOE cobraban ese dinero a cambio de informes inexistentes a las grandes empresas a las que adjudicaban concursos públicos. En el año 2000 el Gobierno de Aznar indultó a los condenados que seguían en prisión, incluido el diputado socialista Carlos Navarro. Al conocerse la sentencia, Joaquín Almunia, por entonces secretario general del PSOE hizo unas declaraciones en las que se quejó de que la justicia no trata igual la financiación del PSOE que la del PP y afirmó que el PSOE no se siente condenado, pues nunca estuvo incriminado.
En 1998 dos altos cargos socialistas del Gobierno de Felipe González, José Barrionuevo, ministro de interior y Rafael Vera, secretario de Estado para la Seguridad, fueron condenados por el Tribunal Supremo a diez años de prisión cada uno, por el secuestro del ciudadano hispano-francés Segundo Marey, reivindicado por la organización terrorista GAL, y por el delito de malversación de caudales públicos. Mercenarios contratados con fondos reservados del Ministerio del Interior confundieron a un vendedor de mobiliario de oficinas con un etarra, lo rociaron con gases lacrimógenos, le golpearon, lo secuestraron, lo trajeron de Francia a España y se lo entregaron a un grupo de policías a las órdenes del subcomisario Amedo, que lo mantuvo encerrado con una capucha durante diez días hasta que lo soltaron con un comunicado en el bolsillo en el que los Grupos Antiterroristas de Liberación (GAL) acusaban al gobierno de Francia de permitir las andanzas de ETA en el sur de Francia y amenazaba con dar «la respuesta necesaria» a cada asesinato de los terroristas. Toda la cúpula del PSOE acompañó a Barrionuevo y a Vera a su ingreso en prisión, encabezados por el mismísimo Felipe González. Sólo estuvieron 3 meses en la cárcel antes de ser indultados por Aznar. Durante ese tiempo ambos recibieron íntegro el mismo sueldo que cobraban en sus cargos, mediante una colecta que realizaron mensualmente entre todos los diputados socialistas.
Todas estas tropelías por las que el PSOE no ha pedido perdón, sino que, más bien al contrario, ha sacado pecho por ellas, son sólo las cometidas desde la Transición. Antes, en 1923, el PSOE colaboró con la dictadura del General Primo de Rivera en la que Largo Caballero formó parte de la Consejería de Estado y durante la cual el PSOE fue el único partido legal y la UGT el único sindicato permitido. En octubre de 1934, con Largo Caballero como presidente del PSOE, tras la victoria de la CEDA en las elecciones de 1933, los socialistas promovieron una huelga general que desembocó en un golpe de Estado contra la II República, que consiguió arraigar en Asturias con las armas conseguidas por el socialista Indalecio Prieto. Siguiendo las instrucciones del PSOE se incendió la Universidad, el Teatro Campoamor, la Catedral de Oviedo, así como numerosos edificios religiosos. El 1 de julio de 1936 el diputado Ángel Galarza (PSOE) interviene en el Congreso dirigiéndose de este modo a Calvo Sotelo: «La violencia puede ser legítima en algún momento. Pensando en su señoría, encuentro justificado todo, incluso el atentado que le prive de la vida». Doce días después, Calvo Sotelo fue secuestrado en su casa por un grupo que incluía a miembros de las fuerzas de seguridad, que lo asesinaron de un tiro en la cabeza abandonando su cadáver en el cementerio de La Almudena. El disparo lo hizo Luis Cuenca Estevas (PSOE) guardaespaldas de Indalecio Prieto (PSOE). A los dos meses del inicio de la Guerra Civil, los socialistas Largo Caballero y Negrín expoliaron más de 500 toneladas del oro del banco de España que enviaron a Moscú junto a todas las joyas robadas a los españoles. Tanto Largo Caballero como Indalecio Prieto son admirados y reverenciados por todos los socialistas.
Si el PSOE no ha pedido perdón por asesinar al jefe de la oposición, por dar un golpe de Estado armado contra la II República, por robar el oro del Banco de España, por crear y financiar la chapuza de los GAL, ni por financiarse ilegalmente con Filesa, es ridículo esperar que vayan a hacerlo por robar 680 millones de euros a los parados andaluces y gastárselos en drogas y prostitutas. Y no lo hacen porque conocen a sus votantes y saben que gozan de una falsa superioridad moral que se lo perdona todo. La portavoz de la Ejecutiva Federal del PSOE y ministra de Educación, Pilar Alegría, hablando en nombre de todo el partido, defendió la honestidad, la honradez y la integridad de los condenados Chaves y Griñán. Para ella, así como para todo el PSOE y sus votantes, los socialistas son honestos y honrados porque son socialistas y no importa lo que hagan, lo mismo da que roben para financiar su partido, que secuestren y asesinen a inocentes o que den golpes de Estado. El PSOE nunca pide perdón porque sus votantes creen que ellos son los buenos, aunque asesinen o roben.