La propuesta de Sánchez: gasta él y paga Europa

La propuesta de Sánchez: gasta él y paga Europa
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El Gobierno de Sánchez ha preparado un documento para exponer en la cumbre del jueves de jefes de Estado y de Gobierno, donde la propuesta española iría encaminada a diseñar una especie de Plan Marshall que impulsaría Europa, nutriendo de fondos a los gobiernos nacionales para que desarrollasen sus políticas, según revela el diario “El País”.

Los alemanes y holandeses no quieren eurobonos, lo cual es lógico, puesto que a diferencia de la política monetaria, cedida y única para la eurozona, sin embargo la política fiscal la mantiene cada Estado miembro. Debe haber una convergencia entre las diferentes políticas fiscales -aquellos cinco requisitos famosos- para que no existan distorsiones a la hora de aplicar la política monetaria, pero no una única política fiscal. Pues bien, el presidente Sánchez concede que no haya eurobonos con mutualización del riesgo a la hora de emitir, pero con asunción de cada Estado de su parte, a cambio de algo mucho menos admisible: una deuda europea perpetua que, por tanto, no se devolverá jamás, de la que sólo se pagarán los intereses.

De esa forma, propone que dicho endeudamiento cubra el gasto de 1,5 billones de euros que el presupuesto europeo deberá distribuir entre los distintos países de la UE, que se repartirían como transferencias (subvenciones a cada Estado, para entendernos) y cuyo criterio de reparto sería el impacto que el coronavirus haya tenido en cada país. Adicionalmente, propone que ese pago de intereses propone qu se financie no mediante el pago directo desde los presupuestos nacionales, sino que, para esconder la carga tributaria nacional que supondría, se pague con el establecimiento de un nuevo impuesto medioambiental europeo. Lo pagarán, igualmente, los ciudadanos -al igual que esos 1,5 billones, pues el presupuesto europeo sale del bolsillo de los contribuyentes a partir de la aportación de los Estados-, pero Sánchez disimularía de esa manera.

Adicionalmente, quiere imponer una armonización fiscal al alza, es decir, que si los holandeses disfrutan de un menor nivel de impuestos porque el equilibrio de sus cuentas se lo permite, dejen de tenerlo y suban los tipos impositivos de todas sus figuras tributarias al nivel de quienes más elevados los tengan por no saber cuadrar sus cuentas o haberlo malgastado en los llamados “viernes sociales”, que otros llaman “viernes electorales” del presidente del Gobierno español.

Sánchez propone gastar él y que pague Europa. Esa reconstrucción que dibuja, esa “nueva normalidad” -que habría que preguntar qué contiene de nuevo, miedo da-, se sustenta sobre un gasto público desmedido a futuro, estructural. Nadie discute que ahora no queda otra que incurrir en déficit y deuda para afrontar el gasto sanitario, el de liquidez y el de desempleo y sostener la economía transitoriamente, pero no aprovechar (verbo preferido de Podemos, como vimos en su cuenta de Twitter a raíz de la prohibición del despido) para incrementar el gasto estructural y hacer crecer el peso del sector público de manera innecesaria y dañina para la economía.

Si sigue por esa línea de políticas comunistas de Podemos en lugar de apoyar la ortodoxia que podría brindarle la vicepresidenta Calviño, poco va a conseguir de la UE, salvo más desconfianza y más condiciones en el caso de recibir ayudas. Debería dedicar esos esfuerzos a realizar test a toda la población para identificar a los contagiados para que pudiesen seguir la cuarentena y recibir tratamiento si lo precisan y que el resto de la población pudiese ponerse a trabajar y reabrir la economía, huyendo de temeridades ruinosas como la propuesta de la ministra de Trabajo de no reabrir la hostelería, el ocio y el turismo hasta diciembre, que nos llevaría a la ruina.

Sánchez trata de jugar el papel que en la Teoría de la Elección Pública se llama “free rider” o gorrón: aquel individuo que no paga los servicios pero que el sector público no puede excluir al tratarse de un bien público puro. Él pretende impulsar el peso público europeo para que sus políticas no puedan quedar excluidas y que la UE tape las carencias de su gestión y le pague lo deficitario de su gestión.

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