El PP tiene un Plan… ¡Preséntenlo!

El PP tiene un Plan… ¡Preséntenlo!

Un Plan. O dos. Empezaré por el primero. Hace ya unos días que Casado y todo su equipo directivo cuentan con un plan perfectamente diseñado por sus expertos del Comité de Seguimiento, en el que se diseña cómo, en qué condiciones y qué puede perjudicar la “desescalada” o el “desconfinamiento” (los dos palabros son una agresión a la RAE) que empieza a correr este mismo domingo cuando nuestros infantes, puedan ya corretear por los alrededores de sus domicilios. Son los “niños y niñas” citados por Iglesias con ese tonillo curil que echa más para atrás que su propia ideología, que la facción leninista del Gobierno toma por imbéciles y que están ya a punto -según denuncia y no se cansa el psicólogo Urra- de presentar síntomas de hartura muy peligrosos.

El Plan antedicho consta de cuatro etapas; en la primera, son ya los chavales y chavalas (¡por Dios, señores del Frente Popular!) los que salen a la calle con las limitaciones que ya se conocen. En la segunda, a partir del 10 de mayo, debería abrirse el compás y ofrecer a las gentes en general la posibilidad de darse garbeos en condiciones estrictas de seguridad virológica (guantes y mascarilla que funcione, incluidos) y “hablarse” con no más de diez personas, en grupo, pero no pegados, al lado como si estuvieran en los conciertos de Serrat y Sabina. En la tercera, el Plan se hace más generoso y permite que más personas, incluso de edad avanzada, abandonen por un rato sus zulos, se paseen y hablen hasta con un total de no más de cincuenta congéneres. Todo, naturalmente, con el máximo respeto a la agresividad del maldito Covid. Esta tercera fase se desarrollaría ya en junio y permitiría, si el virus no se envalentona todavía más, llegaría hasta el mes de julio cuando aún se ampliaría el espacio y todos, menos los enfermos, podríamos saludarnos en las vías urbanas con una cierta tranquilidad. Este es el Plan que tiene sobre la mesa Pablo Casado y que, sin embargo, no parecer atreverse a presentar. Pues porque tiene un cierto recelo a que los plazos no se cumplan, que la supercitada curva se vuelva a enderezar, y el PP se pegue un patinazo de lo que hacen historia y política. Un riesgo que están cumpliendo otros países de la Unión Europea y que el PP debe correr. ¿Por qué? Sencillo, porque si no está convirtiéndose en cómplice del miedo, de la torpeza y la pusilanimidad de Sánchez y sus corifeos del Frente Popular.

Ese es el primer Plan. El segundo también resulta insoslayable para la Dirección del PP. Las querellas ya empiezan a llegarle a Sánchez. Le vienen de los profesionales a los que se ha hartado cínicamente de piropear, mientras les dejaba en bolas, sin la protección adecuada para enfrentarse en mil escenarios, a cada cual más comprometido, a la tragedia que nos ha traído la pandemia. Los enfermeros, su Consejo General, ya ha anunciado una querella contra el trío de la bencina: Sánchez-Illa-Simón, al que imputan uno de los peores delitos que incluye el vigente Código Penal: el de la seguridad contra las personas. Al lado, el Consejo General de Médicos, también ha adelantado que se personarán en todas las causas que se abren por cuestión como la descrita o por otros presuntos delitos más o menos conexos. ¿Cómo se va a comportar el Partido Popular al respecto? Pues el responsable de Justicia e Interior del partido, también consejero del Gobierno de Madrid, Enrique López, asegura que están estudiando estos posibles procesos. Que “están en ello”, vamos. Lo cual resulta por ahora más una salida evasiva que un compromiso con las personas, básicamente las implicadas sanitariamente en la lucha contra el virus. Los médicos que ha consultado este cronista no están muy conformes con esta actitud, por ahora contemplativa, del Partido Popular. Entienden, eso sí, que con la Justicia prácticamente paralizada, el momento oportuno puede retratarse.

Pero en el principal partido de la oposición se temen que los otros partidos sigan adelantándose en la denuncia. Lo ha hecho ya formalmente Vox y está a punto de cumplimentarlo Ciudadanos, el nuevo equipo de Inés Arrimadas con el que el PP se encuentra ciertamente extrañado. Edmundo Bal, bien es cierto, cambió esta semana, su cercanía (cercanía, dígase como se diga) con Sánchez, y volvió a la crítica menos morigerada, pero en ningún momento anunció en el Parlamento, y no lo ha hecho después en estos días, la intención de presentar iniciativas judiciales con el Gobierno de Sánchez. Bal sabe mejor que nadie porque es abogado del Estado, hasta qué punto el malestar del Consejo General del poder Judicial está aumentando por días con Sánchez y sobre todo Pablo Iglesias, al que han respondido con tremenda crudeza tras la irrupción antidemocrática de éste, descalificando a la Justicia. Ciudadanos y el PP deben pensar si ya no es hora de encarar otro de los objetivos de este Gobierno: intervenir también en la Justicia para acopiar elementos para el cambio de régimen que se está perpetrando. Por eso, el PP no puede retrasar más sus planes. Tampoco el de denunciar la actividad penal del Gobierno.

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