El PP tiene un plan para Cataluña. ¿Y Ciudadanos?

El PP tiene un plan para Cataluña. ¿Y Ciudadanos?

El constitucionalismo catalán necesita una hoja de ruta clara para plantar cara al secesionismo con eficacia, y no como en la actualidad, que parece un combate entre un ejército perfectamente pertrechado y organizado, el separatista, y por otro lado la banda de Pancho Villa, pero en su peor época y con tirachinas como arma principal. El desequilibrio de fuerzas es tan notable que el independentismo, aun teniendo a buena parte de sus líderes en prisión preventiva, investigados o fugados, va ganando la batalla por goleada.

Una cosa está clara: si ha existido un plan para evitar que el secesionismo se apoderara de Cataluña, diseñado por algún gobierno de España, o por los partidos no nacionalistas, ha demostrado poca eficacia; los independentistas han montado dos consultas (9-N y 1-O) y han intentado un Golpe de Estado que se consumó en la DUI del 27 de octubre del 2017. Por no hablar de su dominio aplastante sobre los principales resortes de poder social, como clubes deportivos, colegios profesionales o universidades.

Frente a un secesionismo que ha conseguido desterrar la presencia del Estado en Cataluña y que ha seguido fielmente el programa 2000 de Jordi Pujol en todos los ámbitos, desde la educación a los medios de comunicación, el constitucionalismo catalán no ha sido capaz de generar una respuesta lo suficientemente eficaz para intentar desmontar la red de dominio social que el separatismo ha tejido en los últimos treinta y cinco años.

Societat Civil Catalana, la entidad civil más importante del constitucionalismo, sí que lo ha intentado y el nuevo presidente recién elegido, Fernando Sánchez Costa, quiere profundizar en la necesidad de mantener a esta entidad como un think tank de referencia, tanto en Cataluña como a nivel de todo el país. Es algo, y no poco, pero no es suficiente para poder acabar con la hegemonía social, política, cultural y económica que detenta el secesionismo. Sobre todo porque a SCC le falta músculo financiero.

Además, el resto de entidades tienen tan pocos recursos que acostumbran a solicitar ayuda en las páginas de crowdfunding. Con un Seat Panda, por mucho que lo truquemos, es casi imposible ganar una carrera de Fórmula 1 a un Ferrari. Así está el mundillo constitucionalista en Cataluña, desprovisto de medios frente a unas entidades independentistas llenas de apoyo institucional. Y no se trata solo de Òmnium Cultural o la ANC, sino de la miríada de asociaciones de todo tipo controladas por el secesionismo y que le garantiza el dominio de la sociedad civil en prácticamente todo el territorio catalán.

El presidente del Partido Popular en Cataluña, Alejandro Fernández, va a convocar a la sociedad civil constitucionalista en la elaboración de un libro blanco que sirva de hoja de ruta para que España, y todo lo que representa, esté más presente en Cataluña. Y pretende que el resultado de estas reuniones forme parte de las prioridades de su partido a nivel nacional cuando llegue de nuevo al Gobierno del país.

Está claro que llega tarde, dado que el PP ha gobernado en varias ocasiones, pero es remarcable el propósito de enmienda de Pablo Casado y meritoria la labor de Fernández para que de una vez por todas haya una respuesta conjunta, abierta a todos los partidos y entidades, contra el secesionismo catalán. La propuesta de Josep Bou de crear un grupo conjunto del PP con Cs y Manuel Valls en el Ayuntamiento de Barcelona iría en el mismo sentido. ¿El PSC? Sigue en el debate eterno de sus dos “almas”, la “catalanista” y la “españolista”. Primero deberían aclararse qué quieren ser de mayores, antes de intentar plantear una respuesta seria al secesionismo.

¿Y Ciudadanos? ¿Cuál es la hoja de ruta que tiene para destejer la red secesionista? ¿Qué plan tiene Carlos Carrizosa o Lorena Roldán para desmontar la red secesionista? ¿A qué sociedad civil ha convocado Cs para prestarle apoyo? Bien está el montar actos reivindicativos en Vic o en Torroella de Montgrí. ¿Pero hay algo más? Paseando a Inés Arrimadas por los pueblos dominados por el nacionalismo no se gana la batalla. Está bien albert riverareivindicar que el espacio público es de todos, pero que el primer partido constitucionalista de Cataluña, que duplica al siguiente y multiplica por 9 el número de escaños en el Parlament del tercero, no haya demostrado a estas alturas que sabe lo que hace y que nos lidera hacia algún sitio. Todo ello denota que los separatistas no solo no están reculando en su hegemonía, sino que la van a detentar durante decenios.

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