Carpe diem

Un plan es una cosa muy seria

Un plan es una cosa muy seria

Así como en el Jovencito Frankenstein -traducido como Fronkostin—un militar de aspecto prusiano calificaba un motín como una cosa muy seria, también un Plan General de Ordenación Urbana (PGOU) es para una ciudad un asunto de mucha importancia. Tanta como para que quienes tienen la obligación de llevarlo a cabo -en estas estamos ahora- se tomen las cosas algo más en serio, no vaya a resultar un sindiós como el que ahora parece ser que tenemos planteado y en vez de resolver problemas, agraven aún más las cosas de lo que ya lo están. Y si no, para muestra aquí tenemos un botón.

Actualmente, Palma presenta un déficit de unas 16.000 viviendas, especialmente de vivienda social a precios asequibles y con una superficie de unos 60 metros cuadrados. Unas viviendas absolutamente necesarias para que puedan acceder a ellas las clases más modestas y los jóvenes. Este déficit, además de estar vinculado a la crisis, se debe, por una parte, al constante incremento de población, pero además, y esta es materia de un plan de ordenación, a un suelo urbanizable escaso y excesivamente caro que repercute sobre el precio de la vivienda. Por tanto, parece necesario llevar a cabo nuevos desarrollos urbanísticos para poder disponer de suelo urbanizable y a precio asequible.

El precio medio de la vivienda se sitúa en los 3.154 euros el metro cuadrado, con un incremento el último año de un 7,9%. Solo por debajo de los 2.000 euros tenemos las barriadas de Soledat-Llevant y Sa Indioteria. Ante este escenario, la población media de la ciudad tiene cada vez más dificultades para acceder a una vivienda de compra o alquiler a precios razonables. Y por este motivo haría falta una planificación más ágil que permitiera el incremento de la construcción porque estas dificultades, lejos de solucionarse, se agravarán en los próximos años o, en todo caso, deberá hacerse una nueva ley para recalificar suelo rústico en urbano.

O sea, que ahora mismo, mientras se redacta un nuevo plan general, no solo estamos tardando en hacer un ejercicio de realidad, sino que vamos en sentido contrario

La Federació d’Associacions de Veïns de Palma apuesta por el crecimiento cero de la población de Palma en los próximos 20 años, aunque admitirían un crecimiento bajo del 0,35%, lo que representaría la mitad del previsto en el nuevo planeamiento, es decir, 30.000 personas más. El GOB, por su parte, demanda la desclasificación de suelos que antes no eran urbanizables, como en Son Sardina, Son Toells o Son Puigdorfila y propone no prohibir crecimientos injustificados como los de Son Cladera o Sa Indioteria. Palma XXI también demanda la desclasificación de Son Fila Nou, Son Ximelis, Can Fontet y Cas Pastor como suelo urbanizable. Y así, suma y sigue.

El nuevo Plan General de Ordenación Urbana (PGOU) de Palma ya reduce en un 35% el suelo urbanizable y, al mismo tiempo que proyecta la concentración de la ciudad, propone multiplicar por ocho las viviendas protegidas, lo que supondría casi la mitad, el 47,58 %, de las nuevas viviendas que se construyan o se rehabiliten en los próximos veinte años.

De todo lo cual se deduce que lo que pretende el PGOU de Palma es algo así como soplar y sorber al mismo tiempo. Pero ustedes verán. Porque la realidad es terca y se acabará imponiendo.

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