¿Pero son tontos?

¿Pero son tontos?

En Correos han traspapelado la coherencia y el esmero por los pequeños detalles y son incapaces de encontrarlos. Situar 855 buzones por toda España para que los niños envíen las cartas a Sus Majestades los Reyes Magos de Oriente y, un poco más abajo, colocar un cartel en el que informan de la «inmediata destrucción» de las mismas es un despropósito tal que no se le habría ocurrido ni al portentoso Francisco Ibáñez, padre de ‘Mortadelo y Filemón’, los detectives más desastrosos de la historia de España. Desde la inefable cabalgata de Manuela Carmena el pasado seis de enero, no se había visto un ejercicio más abnegado por destruir la ilusión y la magia que, en especial para los niños, poseen estos días del año. Quizás en Correos piensen que, por el mero hecho de ser niños, son tontos. A pesar de que en muchas circunstancias dan lecciones de comportamiento a ese aburrido, complicado y, en demasía, inexplicable mundo de los adultos. Correos debería, por tanto, tener mucho más cuidado y, sobre todo, retirar una campaña que, por otra parte, flaco favor le hace a la teórica capacidad creativa de la empresa.

Especialmente en unas jornadas en las que las compañías hacen de la creación un monumento con el objetivo de llegar a todos los ciudadanos y, en especial, a los más pequeños. En el contexto de redes sociales y ventanas informativas abiertas de par en par, no estaría de más que todos tratáramos de cuidar un poco las ilusiones de aquéllos que aún ven el mundo con los ojos de la inocencia. Al fin y a cabo, dejar algo para el misterio es del todo necesario para potenciar la imaginación y los anhelos… en definitiva, la esencia de la propia vida. De lo contrario, y como nuestra sociedad siga perseverando en este desvarío, tendremos que apelar a una de las grandes heroínas infantiles, Mafalda, y su célebre frase: ¡Paren el mundo, que me quiero bajar! Y es que el pensamiento lógico y la idea precisa parecen especies en extinción en esta realidad banalizada por la insoportable dinámica del exhibicionismo hueco e insustancial que nos circunda.

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