El «Le Pen español, racista y xenófobo» ahora es «progresista sanchista»

Le Pen, progresista, Pedro Sánchez, Jorge Fernández Díaz

«La persona de Pedro Sánchez presidente del gobierno no es la misma que la persona Pedro Sánchez de la oposición». Esta fue la sentencia mayestática de la actual Presidenta del Consejo de Estado, Carmen Calvo, también autora de la magistral afirmación de política económica sobre que «el dinero público no es de nadie». Con la primera quería argumentar contra quienes acusan a Sánchez de mentir a los españoles, y que más tarde el propio interesado redondeara como meros cambios de opinión que coinciden -casualmente- siempre con sus intereses del momento. 

Aunque por ahora no consta que el diccionario de la RAE incluya esa nueva acepción de la mentira en su última edición, lo cierto es que sus tan frecuentes cambios siguen estando de palpitante actualidad. Hoy mismo, en la emisora radiofónica oficial del gobierno, ha formulado una rotunda declaración tras el resultado de la primera vuelta en las legislativas francesas con la victoria de la RN de Marine Le Pen y Jordan Bardella, su candidato a cohabitar con Macron si consigue la mayoría absoluta  en la segunda vuelta de este próximo domingo.

«Gracias a ERC y a Junts, hemos frenado el avance de la ultraderecha en España». De esa forma expresaba su rotundo cambio de opinión acerca del «ahora progresista» partido de Junts liderado por Puigdemont, respecto a la que tenía unos días antes de acceder a la Moncloa.

En efecto, el 18 de Mayo de 2018 a una semana  de registrar la moción de censura ahormada por Pablo Iglesias en su bloque político, dijo lo siguiente respecto a Quim Torra -por entonces presidente vicario de Puigdemont en la Generalitat catalana-: «Torra representa todo lo contrario a los valores constitucionales e incluso europeos».

Se explayó ampliamente añadiendo que «no es ni más ni menos que el Le Pen de la política española» y que «en su representación política  materializa la xenofobia y el racismo». Apenas dos semanas después -ya de inquilino en la Moncloa- comenzarían sus cambios de opinión hasta convertir al -según él- jefe del Le Pen español en un «progresista» que impide a su ultraderechista hija Marine exportar a España su xenofobia y racismo.

La candente actualidad de las elecciones francesas ayuda a  poner de manifiesto la también permanente y continua vigencia de su cambiante persona y opinión. No es lo mismo cambiar de opinión que mentir, y es la consecuencia de negar la existencia de la verdad objetiva y no expuesta a circunstancias que sí que pueden ser cambiantes.

Es tan cierto que 2+2= 4 en el sistema decimal como que en otro sistema métrico puede cambiar; al igual que la fuerza de la gravedad es prácticamente constante en el planeta Tierra y es distinta en otros planetas o en la Luna. Cuando Sánchez afirmaba desde la tribuna del Congreso que «nunca aceptaría un gobierno dependiente de los separatistas catalanes» – refiriéndose a ERC y Junts-, lo único que ha cambiado es que ahora los necesita para seguir en la Moncloa.

Eso es, lisa y llanamente, mentir y engañar a los españoles, y otra cosa es que haya no pocos a los que al parecer les gusta o no les importa que les mienta y engañe. Pero mientras haya un remanente social que sí crea en la verdad y en la palabra dada como irrenunciables componentes de una ética y moral públicas, nada, o no todo, está perdido.

En cualquier caso, a Sánchez las cosas se le están poniendo cada día que pasa más difíciles para creerse su reiterada afirmación de que «hay legislatura para rato». Entre tanto, su inefable Silvia Intxaurrondo afirma que los menas vienen a España para que «brillen entre nosotros sus talentos», lo cual es una genialidad digna de mejor causa.

Sin duda, esos menores desearían que para que sus talentos brillaran no fuera necesario embarcarse en cayucos, y que lo pudieran hacer en sus países de origen.  Y lo «progresista» sería una política migratoria de «cooperación en origen» que, mediante auténticas ayudas al desarrollo de sus países, no les obligara  a emigrar. Y que así brillaran en ellos. O en  TVE.

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