Palma, ciudad insegura
Libertad y seguridad son dos caras de la misma moneda. Sin seguridad, no existe la libertad y, sin libertad, no es posible garantizar la seguridad. Podríamos decir que la seguridad debe crear el espacio suficiente como para que en él pueda desarrollarse el derecho a la libertad de todos.
Palma siempre ha gozado de una situación privilegiada en lo que a seguridad se refiere. Por eso hemos sido preferidos a otros destinos internacionales en épocas de conflicto; hemos salido ganando, la seguridad de nuestro archipiélago y de nuestra ciudad han supuesto una garantía de estabilidad.
En Palma la inseguridad jamás había aparecido entre las preocupaciones de los palmesanos hasta hace unos años. Ya no se trata sólo de que los datos dicen que desde el año 2016 existe una verdadera crisis de seguridad en Palma, sino también de la sensación de inseguridad que existe entre los residentes y nuestros visitantes.
El balance de criminalidad del Ministerio de Interior sitúa a Palma como la quinta ciudad con más de 50.000 habitantes con mayor número de delitos, experimentamos el mayor incremento de infracciones penales de España en el periodo 2016/2019, escalando más de diez puestos en la lista, triste balance para el equipo de gobierno comandado por José Hila. El último balance de criminalidad publicado este mismo agosto no es esperanzador, aumenta un 27,6% la criminalidad en nuestra ciudad.
La gestión de la seguridad de Palma salta a la vista: manteros por doquier, peleas, botellones, parques que son nido de delincuentes, la Plaza de España convertida en un parque temático de la marginalidad y la delincuencia… un auténtico disparate.
No puede gestionarse la seguridad de Palma como si de una pedanía se tratase, las proyecciones demográficas y nuestro modelo de vida exigen centrarse en abordar problemas que van a acrecentarse con el exponencial aumento poblacional, no podemos mirar hacia otro lado.
La constante humillación del Ayuntamiento a la Policía local tiene consecuencias: la escandalosa falta de efectivos, la deficiencia de los materiales, vehículos y medios para los profesionales de la seguridad de Palma y la sucesión de políticas vacías como policía de barrio que nadie conoce, producto de la propaganda.
Hemos llegado a situaciones tales como que vecinos de Palma (Es Fortí) hayan anunciado organizarse en patrullas, ante la desidia de un alcalde y un ayuntamiento que les abandona a su suerte cuando piden no policía de barrio sino policía en su barrio.
Hace 20 años, con 120.000 habitantes menos, Palma tenía el doble de policías locales que hoy, esto es incomprensible y evidencia que existen culpables del aumento de la inseguridad y la delincuencia en la ciudad.
Es urgente abordar la criminalidad y la inseguridad de Palma, comenzando por dignificar la labor de la Policía a la que el alcalde ha despreciado ocho años. Necesitamos profesionales motivados y respetados porque son figuras fundamentales para nuestra seguridad y porque en todos los ámbitos de la gestión debe ambicionarse la excelencia.
Palma no puede ser la quinta ciudad más insegura de España, no nos lo podemos permitir y no lo merecen los palmesanos. Sin duda, con el pacto de izquierdas presidido por el PSOE tenemos lo peor para Palma.