Palma: aquí no hay quien viva
La vivienda ha venido a engrosar, junto a la precaria situación económica y la pandemia, una de las preocupaciones principales en España y especialmente en Baleares, sobre todo en su capital: Palma.
España cuenta con un parque de vivienda social del 2,5%, cuando la media europea está por encima del 9,3%. Con todo, Baleares es la comunidad autónoma que menos VPO ha construido en la última década. Lo digo ahora, sin campaña electoral de por medio, en la que escucharán promesas millonarias…
¿Saben cuántas viviendas prometió el actual alcalde de Palma en campaña electoral?: Mil quinientas. ¿Saben cuántas ha construido?: Cinco. Cuando escuchen hablar de VPO en Palma, recuerden, cinco VPO en ocho años…
A esto le unimos que Baleares lidera el incremento de precios de la vivienda en toda España, habiendo crecido (Tinsa) su precio más de un 34% en los últimos seis años sin que Francina, Hila y sus acólitos se hayan siquiera despeinado.
En Palma, la especulación en cada barrio campa a sus anchas. En Nuredduna fondos extranjeros construyen pisos de lujo y los precios en cada barrio de la ciudad no cesan de aumentar. Mientras, Hila no toma ni una sola medida para paliar el desmesurado aumento de precios, antes al contrario, limita los usos y deja en el limbo a miles de locales comerciales cerrados que, por ejemplo, bien podrían convertirse en viviendas. La ocupación en Baleares ha aumentado un 73% ya no sólo sin una sola medida, sino tan siquiera una declaración de Armengol o Hila, más preocupados por mantener su pacto con Podemos, que por solucionar los problemas reales de la gente.
Baleares y Palma van camino de convertirse en un parque temático de la mano de sus dirigentes políticos. Si la vivienda ocupa una de nuestras principales preocupaciones, si resulta que es un principio programático consagrado en el artículo 47 de nuestra Constitución, entonces, uno se pregunta por qué es uno de los activos sobre el que recaen más impuestos y gravámenes.
Como relataba el CEO de una conocida multinacional: “El IVA en la compra del suelo, en la construcción y en la venta, el IVA abusivo en la rehabilitación. El AJD en la compra del suelo, en el préstamo hipotecario, sobre una base irreal de responsabilidad hipotecaria, en la subrogación préstamo promotor, en la división horizontal. El ICIO en las obras, el IBI en el suelo urbano, durante la construcción y en la obra nueva. El ITP en segundas transmisiones. El IVA no recuperable en las viviendas de alquiler y de todos los gastos de gestión asociados. La subida del Impuesto de Sociedades en las EDAV, 15 veces superior a la de un fondo que invierte en bolsa”.
Todo, con una Ley estatal amenazada de inconstitucionalidad con informe en contra del CGPJ, que pretende gravar la propiedad en desuso y limitar el precio de los arrendamientos.
En Palma, a ello hay que añadir el encarecimiento del precio por el aumento del IPC un 6,5%, el precio del alquiler ha subido un 11% estos últimos cinco años, y en adición, el caos reinante en el área del urbanismo palmesano con dilaciones extraordinarias en la gestión de licencias y permisos.
Por si esto fuera poco, el Ayuntamiento de Palma reduce la superficie urbanizable del municipio en el nuevo PGOU, limita las posibilidades de habitar locales y no incentiva la rehabilitación, es decir, prepara la tormenta perfecta.
Hila pretende resolver los problemas de la vivienda en Palma como el que pretende apagar un fuego vertiéndole cubos de gasolina… El fracaso de Armengol e Hila, de la mano de sus socios, en su política de vivienda ha sido estrepitoso.
Un conocido notario palmesano, tristemente fallecido, me comentaba hace algunos años con ojo clínico que Palma llevaba camino de convertirse en Mónaco. El tiempo y las circunstancias le están dando la razón.
O se empieza a repensar la fiscalidad sobre la vivienda, que las leyes de ordenación sean serias y coherentes, se ponen los medios legislativos que impidan abusos en los arrendamientos y que permitan sacar al mercado las viviendas vacías, se acaba y pone coto a la ocupación ilegal y la administración coopera con el sector privado para gestionar el suelo, o mucho me temo que viviremos en Mónaco, pero sin premio de fórmula uno.