Pallete frente a la España vacía y vaciada
Había especial interés en la comparecencia del presidente de la primera transnacional española -Telefónica-, José María Álvarez-Pallete, que llevaba bajo el brazo un resultado histórico para la operadora que dirige.
Telefónica siempre ha sido más que una empresa al uso. Tras su privatización bajo el conducator Aznar, éste la entregó a uno de los amigos de pupitre más jetas que nunca pasaron por las aulas de El Pilar, el orondísimo Juan Villalonga. Salió, obligado por el escándalo y a regañadientes, al poco rato de allí, más rico que nunca soñó; de paso infló hasta rabiar los bolsillos de todo aquel que le agitaba el botafumeiro. Aquel inmenso jurdó hasta les permitió levantar diarios.
Le sustituyó el maño César Alierta, que suficiente tuvo con rellenar el queso que heredó con más agujeros que un celemín. Un día, no lejano, pregunté al nuevo presidente de ProFuturo la razón por la que había cooptado a Álvarez-Pallete como sustituto en un puesto por el que suspiraban tantos.
-Es el mejor en el algoritmo… El futuro en esta casa pasa por el algoritmo, respondió.
Lo que pude observar en la magna conferencia de prensa del presidente, junto a su estado mayor (el consejero delegado Ángel Vila y la responsable de Finanzas y Control, Laura Abasolo) es que tienen una cierta ideal (en sentido gaulista) respecto a dónde quieren llevar la compañía que opera con éxito en 12 países, entre ellos, los más avanzados del mundo libre, como Alemania, Reino Unido y los emergentes y poblados de América Latina. Habrá dividendo en efectivo para los 1,3 millones de accionistas.
La dimensión estratégica de Telefónica a escala mundial es conocida por todos. Me interesa especialmente su reto ante la España vacía y vaciada. Es ahí donde la operadora tiene un desafío ineludible. Porque no hay futuro para ese predio sin la compañía. Los políticos podrán decir lo que quieran -y lo dicen, sobre todo, en campaña electoral-, pero sin fibra (el fuerte de la empresa de Pallete) no habrá turismo rural, ni posibilidad para el emprendimiento en el medio, ni fijación de población en las zonas despobladas. El Gobierno de turno podrá prometer, sin duda lo hace, pero hacer está hoy en las exclusivas manos de Álvarez-Pallete.