OTAN: si vis pacem, ¡parabellum!

OTAN: si vis pacem, ¡parabellum!
OTAN: si vis pacem, ¡parabellum!

La marginalidad española, ahora proPutin, con gran actividad en medios y redes, desconoce u olvida algo elemental: la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN, Washington 1949) nació como un acuerdo entre las grandes naciones del mundo libre para combatir la barbarie soviética y su expansionismo irredento. Por tanto, es una organización de-fen-si-va. A partir de ahí, cada uno es cada cual.

Las naciones que integran la NATO -acróstico en inglés- se rigen, en su inmensa mayoría, por códigos democráticos, elecciones libres, defensa de los derechos humanos y se respetan las libertades, incluso, las formales. Naturalmente, donde también hay fallos, defectos, carencias democráticas, sí, pero con preeminencias sustanciales del Estados de Derecho.

En Rusia gobierna un sátrapa, ahíto de poder y reconocimiento mundial. Donde desaparecen dirigentes, matan periodistas, la corrupción es generalizada y el núcleo dominante en el Kremlin lo tiene todo mientras su población apenas puede sacudirse una pobreza extrema.

Putin, agresivo en Crimea, territorio ucraniano por excelencia, deglutió de un bocado la península y occidente apenas pestañeó. Se impuso la otrora canciller Merkel con sus intereses nacionales en ristre. Ahora, vuelve a demostrar su obsesión por Ucrania, el gran granero que fue de la URSS, colocando al mundo en una situación irracional, pero con un posible -ignoro si probable- desenlace fatídico para la humanidad actual. No voy a incidir en las posiciones de Moscú; me interesa la respuesta de Occidente.
El sátrapa cuenta con una ventaja. Su opinión pública no existe; la publicada, menos. Controla todo el poder. En Occidente, existen la pública, la publicada, los controles democráticos a sus respectivos gobiernos, parlamentos y tribunales libres. Cualquier decisión tiene que enfrentar las condiciones democráticas anteriores.

No es la primera ocasión que esto sucede en la Historia reciente del mundo. Frente al leviatán autoritario y agresivo, hay dos posiciones. Una la rendición pura y dura. Aceptar las condiciones impuestas por el dictador. Otra, enfrentarle abiertamente. Sucedió meses antes de estallar la II Guerra Mundial. Un genocida con tanques (Hitler) pretendió que el mundo libre se postrase a sus pies, sin más. En el Reino Unido había un primer ministro (Neville Chamberlain) y un ministro de Exteriores (Lord Halifax) partidarios de besar la mano del genocida. Sin embargo, existía también un líder, Winston Churchill, partidario de no rendirse jamás, ni aceptar bajo ningún concepto, someterse a la voluntad del asesino.

Ustedes, lectores, conocen cómo acabó la historia.

Lo último en Opinión

Últimas noticias