No es un partido, es una secta

Editorial

Pedro Sánchez, porque él lo vale, ha decidido que la Ley de Amnistía es constitucional de la cruz a la raya y, en consecuencia, ha prohibido que las bases del partido debatan sobre la polémica norma con la que se ha garantizado su continuidad en el poder. De modo que nadie podrá dar su opinión sobre el texto, ya redactado, que guiará la acción política del partido en los próximos años, a partir de la convención de este fin de semana en La Coruña. Bajo el título Impulso de país, los socialistas aseguran que la aprobación de la ley de olvido penal forma parte de «un reencuentro total que cuenta con una herramienta fundamental como es una Ley de Amnistía que suscita el apoyo de la mayoría absoluta de los diputados del Congreso y el respaldo de seis grupos parlamentarios. Una ley plenamente constitucional que servirá para devolver a la política la solución de un problema que nunca debió de salir de ella».

Si hace unos meses el socialismo rechazaba una Ley de Amnistía por quebrar la separación de poderes y el principio de igualdad, ahora su relato ha dado un giro de 180 grados. Antes era inconstitucional y ahora es «una norma plenamente constitucional que seguirá contribuyendo al reencuentro y a cerrar las heridas aún abiertas de un escenario al que nunca debimos llegar». ¿Quién lo dice? Pues Pedro Sánchez y punto redondo. Apunta el PSOE que la mayoría que sustenta la Ley de Amnistía en el Congreso «es reflejo de la pluralidad y diversidad política de la España del presente». Mucha pluralidad y mucha diversidad, pero a la hora de la verdad quien en el PSOE se atreva a cuestionar en este momento la norma es dilapidado. Han pasado de ser un partido a convertirse en una secta liderada por un iluminado gurú y lo peor es que no hay nadie que se atreva a desafiarle.

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