Nada más inhumano que hacerse el bueno y después dejar a los inmigrantes tirados

Nada más inhumano que hacerse el bueno y después dejar a los inmigrantes tirados

Mientras el Gobierno de Pedro Sánchez califica a la presidenta de la Comunidad de Madrid, Isabel Díaz Ayuso, de «racista» por el mero hecho de denunciar lo que es una verdad incuestionable -que el Ejecutivo ha dejado literalmente abandonados en Alcalá de Henares a más de 1.200 inmigrantes ilegales procedentes de Canarias-, las propias ONG de refugiados se han posicionado del lado del Gobierno regional madrileño al criticar el «maltrato» a las personas ubicadas en el centro de inmigrantes de esta localidad madrileña.

Lo que está ocurriendo se veía venir y OKDIARIO lo ha venido anunciando: el plan de Pedro Sánchez para descongestionar Canarias de inmigrantes irregulares no era otra cosa que un parche indecoroso, porque la solución a la llegada masiva de inmigrantes no consiste en meterles en un avión, con nocturnidad y alevosía, y repartirlos por distintas ciudades, con Madrid a la cabeza, como si fueran mercancías. Eso es desplazar el problema para que sea Madrid quien se enfrente a sus consecuencias, una estrategia mezquina y ruin que revela la falsedad del discurso buenista de Sánchez en materia de inmigración. A la hora de la verdad se confirma el vacuo progresismo de la izquierda: se les llena la boca hablando de derechos humanos, pero su solidaridad dura lo que dura una fotografía impostada o un discurso demagógico.

La realidad es que el problema de la inmigración irregular no se resuelve con cuatro frases infladas de retórica, sino admitiendo de forma sensata que hay que poner límites a la entrada masiva de personas por una cuestión de Estado. Eso es mucho más solidario y humano -ordenar en función de las capacidades- que predicar y luego dejar a los inmigrantes abandonados a su suerte en una localidad madrileña. Eso es mercadear con la tragedia de seres humanos y Ayuso tiene toda la razón. La acusan de racista, pero no hay nada más racista que traficar con las ilusiones de quienes vinieron a España al reclamo de un Gobierno que les prometió el paraíso y les ha dejado literalmente tirados.

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