El mundo contiene el aliento ante la respuesta comunista

El mundo contiene el aliento ante la respuesta comunista

Hay dos revoluciones en marcha en el mundo. La primera tiene lugar en Irán, donde los asesinos ayatolás se enfrentan a una revuelta femenina, política y social que, finalmente, terminarán de perder.

Irene Montero todavía no ha abierto la boca ante la brutal represión que en ese país integrista musulmán se está produciendo contra las mujeres y de paso contra todo aquel que osa ponerse de su lado. Miles de muertos, violaciones y ausencia de los más elementales derechos humanos.

La otra gran revuelta tiene lugar en un país comunista, China. Hartos de tanta esclavitud y represión, no sabría decir el número de ciudadanos chinos –más bien son esclavos del Partido Comunista desde que triunfó la revolución de Mao Tse-Tung- están diciendo hasta aquí llegó el agua. Naturalmente, como los sátrapas comunistas hicieron cuando Tianamenn, lo primero que han hecho es mandar los tanques a las calles. Primero, sangre, luego migajas.

Tampoco los defensores ultras de la democracia y los derechos humanos españoles han tenido tiempo para hacer oír sus condenas al régimen de Xi Jinping. No se dejan oír porque no existen. Estos son nuestros personajes. Defienden la libertad y la democracia donde ya están sólidamente instaladas. No he oído al secretario general del Partido Comunista de España, ni a ninguno de sus cuates, criticar lo más mínimo el régimen de Pekín. Incluso Santiago Carrillo criticó la represión llevada a cabo por la URSS en Checoslovaquia y otros países del Telón de Acero. Van para atrás como los cangrejos.

Algo conozco China, modestamente. Si la salvaje represión de la revolución estudiantil en la famosa plaza de Tianamenn ha servido para mantener un régimen que se baña en sangre, tengo para mí que ahora, en las grandes ciudades, no les temblará el pulso para que su nuevo emperador rojo ordene  restaurar el orden comunista a sangre y fuego. No olvidaré mientras viva la definición que hizo del comunismo la señora Díaz, la pija de Garamendi.

-Comunismo -dijo- es progreso y libertad… Y se fue a probar un modelito.

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