Una militancia muy despierta

Una militancia muy despierta

En un fin de semana que se cumple el primer aniversario de Pablo Casado al frente del PP, en un momento en el que todavía el dirigente nacional está tratando de conformar los gobiernos regionales pendientes y de asentar los pilares sobre los que pretende construir su proyecto, una parte de la militancia -desde Valencia- ha decidido tomar la iniciativa para aglutinar voluntades e intentar sacar al partido del aletargamiento del que está sumido desde hace años y que condujo a las debacles electorales de las últimas elecciones autonómicas y nacionales.

Más de un centenar de militantes, veteranos dirigentes y nuevas promesas, han decidido organizar este viernes un encuentro, sin normas ni convencionalismos, donde todo aquel que lo desee pueda tomar la palabra. A más de uno le habrá llamado la atención que en el PP pasen estas cosas, más habituales en los partidos de izquierdas. Pero realmente en la vida interna de los partidos no hay reglas escritas y la militancia de las formaciones políticas en democracia se moviliza cuando tiene buenas razones para ello. Decía Aznar, allá en 2008, que para conseguir que un partido sea “fuerte” es fundamental “integrar”, añadiendo que las renovaciones se hacen por “adición, no por extinción”.

Y éste es uno de los problemas existentes en diferentes formaciones del PP y es especialmente llamativo en el PP de la Comunidad Valenciana. El PP es un partido que desde principios de los 90 estaba acostumbrado a ganarlo todo hasta 2015. Se ganaron las elecciones locales de 1991 en las tres capitales de provincia y así sucesivamente en 1995, 1999, 2003, 2007, 2011 y 2015. Muchas de ellas con ciclópeas mayorías absolutas. A nivel autonómico se ganaron elecciones sucesivamente en los mismos años y se arrasó hasta llegar a 2015.

Los artífices de más de una decena de citas electorales en la Comunidad Valenciana han decidido reencontrarse en Valencia con decenas de militantes y de nuevos valores que quieren contribuir con un mensaje renovador e ilusionante para devolver al PP al liderazgo del centro-derecha. Sin embargo, este encuentro no ha sentado muy bien a la presidenta del PPCV, Isabel Bonig, ni a su secretaria general, Eva Ortiz, que se han dedicado a intentar impedir la celebración del encuentro a través de muchos mensajes como, por ejemplo, el lanzamiento de veladas críticas a dos históricos dirigentes del PPCV, Francisco Camps y Pedro Agramunt.

Precisamente es en querer borrar el pasado donde se encuentra una parte del mal que aqueja actualmente al partido. Por ejemplo, Camps, protagonista de sucesivas mayorías absolutas, se ha convertido en el centro de una caza de brujas político-judicial que arrastra desde hace diez años y sin que haya existido nunca condena alguna por parte de los jueces. Eso sí, la izquierda política co-protagonista de dicha campaña ha utilizado de forma torticera los fondos públicos para fines partidistas sin que haya mediado la más mínima crítica de la dirección de los populares valencianos. A Agramunt se le ha señalado por su supuesto “polémico” paso por el Consejo de Europa, cuando nunca existió más acusación que la de una izquierda política obstinada en derribar al contrincante con todos los medios a su alcance.

La secretaria general del PP de la Comunidad Valenciana ha tratado de deslegitimar a esos militantes que ejercen su bendito derecho a reunirse y confraternizar diciendo que el único objetivo de todos los militantes debería ser desalojar del poder al líder socialista, Ximo Puig, y a la dirigente de Compromís, Mónica Oltra, que ocupan la presidencia y vicepresidencia del gobierno valenciano. Craso error. Las elecciones se conquistan creando partidos ganadores y no de meros oportunistas que resisten esperando algún día el error del contrario.

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