Médicos que sepan curar, no que sepan hablar catalán
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«Los idiomas no salvan vidas». La pancarta exhibida por los sanitarios frente al Consolat de la Mar no puede ser más acertada. El fanatismo pancatalanista de Armengol y sus socios ha llevado a Baleares a una situación esperpéntica, con el Tribunal Supremo obligando a exigir de nuevo a los médicos una titulación de C1 para poder desempeñar su trabajo en la Sanidad pública de esta Comunitat Autónoma.
Estamos ante un paisaje surrealista: resulta que si el mejor especialista cardíaco de España quiere venir a trabajar a Baleares, por las razones que sea, no puede atender a nadie en Son Espases o Son Llàtzer salvo que acredite una titulación de catalán de C1. El radicalismo del Pacte está jugando con vidas humanas y ya han abandonado las islas profesionales de primer nivel dejando huérfanas especialidades en las que es muy complicado encontrar a alguien de su valía.
Ni siquiera la pandemia les ha servido para darse cuenta de que la salud está por encima de todo. Para ellos no. Para ellos el catalán está por encima de todo pero ojo, no se equivoquen. El fondo de la cuestión no es ideológico, sino económico. El negocio del catalán mueve mucho dinero, muchísimo, y de lo que se trata aquí es de mantener los chiringuitos como sea. ¿Que en el camino se pierden médicos y sanitarios? No importa. Lo primero es siempre el catalán.
Urge un nuevo decreto. Debe ser el primer mandamiento que acometa la derecha cuando acabe con esta locura nacionalista en 2023. Hay que buscar buenos profesionales para Baleares, los mejores posibles. De lo que se trata es de encontrar médicos que sepan curar, no médicos que sepan hablar catalán.
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