La unión hace la fuerza
Los atentados yihadistas en Bruselas han vuelto a demostrar la suma facilidad con la que los islamistas radicales pueden golpear el centro neurálgico de cualquier ciudad. Ante la arbitrariedad del terror, los 28 estados miembros de la Unión Europea deben extremar precauciones y fomentar la coordinación entre ellos, ya que para vencer al Estado Islámico será necesaria una considerable mejora en la comunicación. Estos últimos ataques indiscriminados han vuelto a poner de relieve la crueldad de los yihadistas pero también las deficientes relaciones entre los distintos departamentos de inteligencia de los países implicados. En ese sentido, el caso de los hermanos El Bakraoui es paradigmático.
Uno de ellos, Khalid, que se suicidó en la estación de metro de Maelbeek, figuraba en los archivos públicos de la Interpol desde el mes de diciembre por sus vínculos con los atentados de Paris. Por su parte, su hermano Ibrahim El Bakraoui, que hizo explotar su cinturón en el aeropuerto de Zaventem, fue deportado por Turquía en 2015 y puesto en libertad por Bélgica a pesar de las advertencias del país presidido por Recep Tayyip Erdogan a causa de sus intentos de entrar en Siria para unirse al Estado Islámico. La pasividad de las autoridades belgas ante las informaciones exteriores ha provocado que los ministros de Interior y Justicia, Jan Jambon y Koen Geens, presenten sus dimisiones, no aceptadas finalmente por el primer ministro. No obstante, y más allá del loable acto de asumir y depurar responsabilidades tras los fallos, debe primar la determinación para corregir una manera de proceder que se ha demostrado del todo ineficaz.
Subsanar estos graves errores puede resultar clave no sólo para evitar ataques sino también para conseguir información esencial que ayude a desmontar de manera paulatina la operativa en Europa de esta amenaza radical que se cierne sobre el mundo libre. De la efectividad de los próximos pasos depende, por ejemplo, capturar con vida a los dos terroristas que aún podrían estar huidos. Un logro que ayudaría a desentrañar muchas de las incógnitas que todavía se ciernen sobre las brutales acciones que han dejado 31 muertos y 270 heridos en la capital europea. Y, lo que es peor, un sentimiento de indefensión que se apodera poco a poco de cada rincón de Europa.