La ‘kakistocracia’ o el Gobierno revisitado

Gobierno Sánchez

Kakistocracia.- Designa esencialmente a un gobierno formado por los más ineptos, los más incompetentes, los menos calificados o los más cínicos.

A uno le gustaría pensar que el criterio para elegir un gobierno es parecido al que sigue una empresa para seleccionar a sus trabajadores y directivos: en función de los objetivos estratégicos se elabora un organigrama; y a partir de ahí, para cubrir los puestos que lo componen, se buscan las personas más adecuadas, es decir, con capacitación técnica, con habilidades personales, entre las que cuentan la madurez y el liderazgo, y con experiencia en la gestión.

Pues nada que ver. Con la excepción de la decena de carteras clásicas con competencias obvias, el extensísimo Gobierno (del tamaño del plantel de un equipo de fútbol profesional) responde a un personigrama en el que, para colocar a unas piezas de perfil exclusivamente político, sacadas de los partidos o de las organizaciones en donde pacen y adoctrinan, se han definido unos ministerios para los que encontrarán unas funciones que, sólo con suerte, no serán demasiado lesivas para los ciudadanos, sus libertades y sus patrimonios.

¿Pero hay en el Gobierno algún ministro que tenga condiciones objetivas para serlo? Bueno, por leyes probabilísticas se puede salvar a alguno, pero son los menos y tienen un peso muy limitado.

Las vicepresidencias son nominales y ninguna de ellas la ejerce más que formalmente. Además, desempeñan funciones cada vez más alejadas de las que debieran tener: Calviño ya quiere ser otra cosa y, por si acaso, mejor quedarse de ministra que de nada, aunque ya hace tiempo que se acabaron las ideas y la ascendencia para aplicarlas; Yolanda Díaz continúa con su particular carrera de autobombo a la que sirven sus mantras comunistoides; Ribera lleva cinco años equivocándose, por puro sectarismo ideológico, en todo lo que ha hecho, siendo que son errores en temas estratégicos (energía, medio ambiente, mundo rural…) que tienen y tendrán enorme y siempre negativo impacto; y, por último, mi cheerleader Mariajesú de misión y dicción imposibles, que compensa con desvergüenza y desparpajo su escasa y atrabiliaria inteligencia.

La vicepresidencia efectiva la sigue manteniendo Bolaños. Los temas que tiene que abordar son conceptual, intelectual y legalmente inaceptables y, por muy campanudo que se ponga, su sinrazón es y será evidente. Pero le da igual, como no tiene prestigio personal ni sentido del ridículo es capaz de hacerlo sin fin.

Siguiendo con los clásicos de hoy y de ayer, el presidente sigue pagando el sacrificio de su honor y decencia personal y profesional a los achicharrados Marlaska y Albares; o al bizcochable Escrivá, que se mantiene en el equipo como bateador designado porque, al cambiar radicalmente su visión de cómo gestionar la seguridad social, demostró a Sánchez que le sirve para todo, es decir, para nada bueno.

El grupo de las ministras más militantes, como Alegría, Rodríguez y Morant, van a seguir sin hacer nada útil para el país, pero ahora desde ministerios diferentes. Será que, debido a su juventud e inexperiencia, les viene bien para hacer currículum.

Y así hasta llegar a los nuevos, sin que encontremos entre éstos ninguno que no lo sea únicamente de cuota; tal vez con la excepción de Óscar Puente, seleccionado para ir a la guerra con el born to kill pintado en el casco. ¿Y los ministerios que tienen que gestionar? ¡Bah, son nomenclaturas intercambiables! A los efectos, da igual estar en uno o en otro, si ni de uno ni de otro hay capacidad de ocuparse.

Solamente hacer reparo en una elección, la de Sira Rego como ministra de Juventud e Infancia. Este nombramiento es ejemplo de la maldad y chulería que puede llegar a tener el presidente. Pensemos en si habrá un solo español que elegiría a alguien tan sectario para educar a sus hijos. Viendo lo que es, lo que defiende y cómo lo defiende, cuesta creer que en la modernísima Europa exista un personaje así, y mucho más que alguien le haga ministro. Claro que, en este gobierno de cuotas, ella lo es por partida cuádruple: por mujer, por comunista, por tener origen palestino y por defender el terrorismo antisemita.

Por fin, en el personigrama gubernamental faltaría dibujar la cajita adecuada para Pedro Sánchez, al que tenemos que felicitar hoy que se celebra a san Honesto de Nimes. Definitivamente, presidente del Gobierno es insuficiente; eso ya lo han sido y lo serán otros. A personaje tan egregio le correspondería, al menos, aquella nominación de PDG que utilizan las empresas francesas como acrónimo del rimbombante Président-directeur général. ¡Vamos, caquistócrata por origen y autócrata por vocación, pero el puto amo!

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