Irene, campeona

Irene Montero
Irene Montero

En mayo del 2022 se lo advirtió con toda severidad la diputada coruñesa del PP, Marta González, en sede parlamentaria: “¡Va usted a premiar a los violadores!”. Ella, la gran ella, el ama y alma de Podemos, sabía más que nadie… Su currículum le avala… Punto en boca.

El cristo es considerable. Bien mirado, la ministra de Igualdad, aún sin perseguirlo, le ha hecho un enorme favor a su presidente. Con el enorme desaguisado, alarma social incluida, montado en todo el país y en instancias Europeas con la aplicación de su Ley de Libertad Sexual, de obediencia básicamente ideológica, permite un respiro a Sánchez en otras cuestiones, básicamente de comer, que son las que, finalmente, le mandarán al averno.

No se pueden, en cualquier caso, desmerecer los efectos terribles que para las víctimas está teniendo llevar la citada ley a la práctica jurídica. Su brutal propaganda entorno a este tema ha concluido en algo escandaloso: los grandes beneficiarios, al menos por ahora, son justamente los violadores y depredadores sexuales. No será porque no fue avisada en tiempo y forma. Fiel a su estilo de ignorante con pretensiones, la señora Montero de Iglesias se pasó los informes de aquellos que saben por la capa morada y hete aquí que aquellos polvos han traído estos lodos. Yo diría que Sánchez está encantado con el suscitado quilombo, más que nada por distraer la atención del respetable de otros asuntos que le parten su electorado.

No voy a repetir aquí los argumentos a estas alturas ya espolvoreados respecto a la incidencia maldita de la susodicha norma. Me interesa el trasfondo político de lo ocurrido. Miren, no se puede poner el gorro ni galones de chef a quién no ha pelado nunca patatas. Montero y su recua de altos cargos y asesores son, por lo general, de una indigencia intelectual y técnica digna del despido. Ignorantes a la par que sobrados. Escribiendo por corto y por derecha: de una chulería sin causa y con caspa. A partir de ahí, lo que el lector deduzca.

Otro corolario estimable dentro del lío es la manera de encajar la derrota y el pitorreo general. En lugar de acudir a San Francisco de Asís y su miaja de humildad, se han echado al monte disparando morteros de grueso calibre (“fachas con toga”, “machistas”, “inútiles”, etc…) y mandando a los profesionales de la judicatura -la mayor parte de ellos por oposición durísima- al colegio. “Forménse”, alecciona una chica de 33 años cuyo primer trabajo bien pagado es el que ocupa actualmente como número dos de la mencionada ministra. Con eso está todo relatado. El consejo, en forma de mandato, se lo ha dado a los casi 10.000 jueces que ejercen como tales en España una tal Angela Rodríguez, que todavía no sabe lo que es una disposición transitoria, algo que un alumno de primero de Derecho conoce.

Lo segundo es el lenguaje utilizado para descalificar. Si la palabra refleja el alma y el espíritu de los seres humanos, habrá que colegir que los impropios enrabietados de chiquillas consentidas nos lleva directamente a Chávez, Castro, Maduro y Daniel Ortega, el nicaragüense. Estos eran y son el original; lo de las edecanas de Montero y Montero, meros ecos plagiados.

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