Impuestos para la corrupción
En España se vive tanto a la contra que un día acabaremos por refutarnos a nosotros mismos por miedo a la ultraderecha. Somos un país que ya sólo sabe construir argumentos contra el adversario, sirva esto para el fútbol, la política o las campanadas decadentes que sufrimos, muestra palmaria de una posmodernidad merecedora del meteorito que nunca cae. Somos la nación que antaño se levantaba contra reyes felones y las cadenas que la otra parte del país sostenía con fuerza para mantenerlo en su trono, pero que hoy vive ensimismada de picaresca propia y ajena y alaba a sus propios corruptos con la pasión de un feligrés ultramontano. Sólo así se explica que las calles no estén ardiendo ante el desatino constante y el saqueo inmisericorde. Nunca antes los políticos se parecieron tanto a sus electores ni estos a sus representantes.
España sigue en el mismo punto muerto económico, social e institucional en el que lleva estancada veinte años, desde el alzamiento accidental de Zapatero I el trincheras, cuando, en un alarde suicida de gobernante ideológico, decidió sacarnos del eje Estados Unidos-Hispanoamérica para entregarnos, como hizo González treinta años antes, a la entente franco-germana que hundió nuestra economía industrial (por entonces la séptima del mundo) y convertirnos en un almacén dependiente de lo que París y Berlín decidieran. Esa soberanía entregada a cambio de marcos y francos lo repitió ZP con el dirham que ha hecho de Sánchez el rehén mayor de Mohamed VI y la mitad de los eurócratas corruptos que viven a cuerpo de muftí en Bruselas.
Abrazamos el 2025 con doce subidas de impuestos. Una por cada uva que no terminamos de tragar con la conveniente sonrisa de quien nos esquilma por nuestro bien, para que no gobierne la ultraderecha y para que los ricos sean menos ricos. España es la locomotora de Europa, dice el ministro de Economía, en el enésimo intento de tomar por idiotas a quienes no votamos por inercia y mantenemos la fiesta en marcha. Cuerpo, que así se apellida el ministro sanchista, presume de recaudación, pero insiste en que hay que aumentar los grados del infierno fiscal porque, ya saben, hay que pagar sanidad y educación. A este binomio retórico de recurso argumental progre (y pobre) le acompañan un día las carreteras, otro día el cambio climático y casi siempre el progreso, sin detallar el de quién, claro. Si aún hay alguien que sigue tragando este argumentario de mercadillo, es, sencillamente, un imbécil sin remedio. Un votonto de los de toda la vida, un radical de serie al que no hay que no hay que convencer, ni apelar, ni seducir. No se pierde el tiempo con lobotomizados a la causa.
¿Por qué necesita el Gobierno-Partido-Estado recaudar más? Porque la corrupción sistémica cuesta de mantener. No le pida a un zurdo coherencia. Un zurdo progre no está para crear prosperidad y riqueza, sino para esquilmar la de los demás. No quieren destruir a los ricos, sino sustituirlos. Odian a los pobres, pero necesitan que haya para mantener su mentira y su cuento. Viven de exigir el respeto unidireccional cuando se dedican a insultar, etiquetar, acosar y agredir a quien no es de izquierdas, esperando de la otra parte la sumisa resignación a tal abuso. Cuando llegado el momento, la reacción es obligada, se sorprenden y vuelven a etiquetar, insultar, acosar y agredir. En ese bucle melancólico en el que el PSOE y sus socios sitúan su concepción del poder, la democracia sólo es un cabo suelto repetitivo en su discurso, cuya prolongación es la superación de la misma por medio de la autocracia caudillista, a la manera soviética, como quería Largo Caballero, o sanchista, como desean los Kirchner de la Moncloa.
Así que, cuando te despiertes mañana, votante socialista, y te preguntes por qué te cuesta más llegar a fin de mes con un sueldo que tirita antes de llegar a la mitad del mismo. Cuando rechines furor al comprobar que la factura de la luz se incrementa cuando tu consumo es el mismo (o incluso menor), cuando a final año repares en que has pagado más por las basuras que reciclas como buen defensor de la causita ecolojeta o te suban en unos días la cuota de autonómo porque sí, o la bolsa de la compra solo te dé para adquirir la mitad de productos que el mes pasado, repite frente al espejo una y otra vez que esto es culpa de los empresarios y de los ricos y que la subida de impuestos se hace para que así no gobierne la ultraderecha. Es importante que no dejes de repetírtelo cada día hasta las próximas elecciones generales. Y pedir el bizum consiguiente al manijero socialista que dirige tus destinos y al corrupto gobernante que manipula tus apesebradas y acríticas neuronas.