Iglesias y la prensa: del modelo Maduro al modelo Kim Jong-un

Iglesias y la prensa: del modelo Maduro al modelo Kim Jong-un

Pablo Iglesias huye de la prensa como alma que lleva el diablo: los seis primeros actos del ex vicepresidente segundo del Gobierno como candidato a la Comunidad de Madrid se han caracterizado por esquivar a los medios de comunicación. No hay convocatoria ni cobertura informativa, sino que la formación morada elabora los vídeos de precampaña y los envía después seleccionados a los medios. Se evita así preguntas incómodas e imprevistas sorpresas. Para que luego digan del «plasma» de Rajoy. Lo de Iglesias es un plasma en versión XXL. O sea, el secretario general de Podemos se lo guisa y se lo come. Elige escenarios y planos al más puro estilo Kim Jong-um, el dictador norcoreano que deja constancia de su existencia al pueblo a través de vídeos elaborados con primor. Curiosa evolución: de emular a Nicolás Maduro ha pasado a seguir los pasos del presidente del «paraíso comunista».

Eso de evitar el contacto con los medios de comunicación y enviarles las piezas «informativas» previamente elaboradas es una tomadura de pelo de tamaño sideral, además de un desprecio a la labor de los periodistas. Todos los equipos de campaña disponen de un pie de micrófono único al que se conectan todos los informadores con distancia de seguridad. Sin embargo, Podemos distribuye a posteriori el material oficial sin dar opción a ser testigos de cómo los madrileños reciben al dirigente político cuando, como en los últimos días, visita Coslada, Vallecas, Parla o Getafe. Ni un periodista en un kilómetro a la redonda. Sólo el fotógrafo oficial y el cámara a sueldo de la formación morada. De modo que si alguien recibe a Iglesias de forma poco amistosa, nadie se entera. Bloqueo en toda regla: un NO-DO de ultraizquierda glosando las hazañas del líder. En las cuatro visitas que ha realizado Iglesias, sólo surgió un imprevisto: el encontronazo con un grupo de radicales a los que se acercó para conseguir la foto que buscaba.

También los mítines son a puerta cerrada, sin presencia de los medios. Lo dicho: como Kim Jong-un. ¿Madrid o Pionyang?

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