Hila convierte Palma en un gigantesco basurero

Hila convierte Palma en un gigantesco basurero
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En marzo de 2015 The Times eligió a Palma como «el mejor lugar para vivir del mundo» imponiéndose a Toronto, Auckland, Hoi An y Berlín en la votación definitiva. En su explicación del porqué del resultado el tabloide inglés argumentó que «la capital de las Islas Baleares cuenta con una pintoresca parte vieja, con playas a las que se puede llegar andando y con un clima excepcional».

Dos meses después, en mayo de 2015, el resultado electoral municipal desposeyó del bastón de mano al popular Mateu Isern. No le sustituyó un alcalde, sino dos. El PSOE se vio obligado a pactar con los ecosoberanistas de Més, que reclamaron una alcaldía que acabó siendo bicéfala. Dos años para el socialista Hila, dos años para el independentista Noguera. Contra toda lógica, cuatro años de suciedad, prohibiciones, nulas acciones sociales y práctica masiva del clientelismo no fueron suficientes para que el electorado castigara la fallida del Pacte. En 2019 el PSOE ganó los comicios municipales y Hila, trasladado a Urbanismo para dejarle libre el sillón a Noguera en el segunda parte del mandato anterior, se convirtió ahora en alcalde a tiempo completo.

Dos años han pasado desde entonces. Seis en total, para computar el mandato total de la izquierda. En poco más de la mitad de una década Palma ha pasado de ser «el mejor lugar para vivir del mundo» a convertirse en la quinta ciudad más sucia e insegura de España. La carrera sin control hacia el último de los círculos del infierno de Dante avanza imparable. Un nuevo mandato socialista y la capital de Baleares ya no tendrá nada que «envidiarle» a la Barcelona de Aida Colau.

Seguramente muchos británicos hicieron caso en 2015 al consejo del suplemento dominical de The Times. Aquellos que convirtieron Palma en su lugar de residencia -y que todavía permanecen aquí- habrán podido comprobar el deterioro en primera persona. Aquellos que llevaban tiempo sin visitar la ciudad y ahora vuelven no deben dar crédito a lo que ven. Bolsas de basura amontonadas por todas partes, grafittis ensuciando el casco antiguo y, lo que es peor, una sensación de inseguridad que crece imparable día a día. En esto ha convertido el socialismo al «mejor lugar para vivir del mundo».

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