Hermana, yo sí le encubro

Opinión de Eduardo Inda

El apocalipsis que se cernió sobre Valencia el 29 de octubre ha monopolizado, como no puede ser de otra manera, la actualidad en nuestro país. Normal que los medios de comunicación se centren en una tragedia que se ha llevado la vida de más de 200 compatriotas, ha herido a cientos, ha dejado sin casa a miles, ha siniestrado totalmente 100.000 coches y que se resume en pérdidas de 30.000 millones de euros. Una catástrofe que marcará para siempre la vida de cientos de miles de valencianos y que no se olvidará en al menos dos o tres generaciones.

Hay DANA mañana, tarde y noche. DANA lunes, martes, miércoles, jueves, viernes, sábado y domingo. DANA 24/365. Y me parece maravillosamente bien porque, gracias a los medios serios, los políticos se seguirán poniendo las pilas. El día que se vayan de Paiporta, Chiva y demás localidades masacradas sucederá lo mismo que en La Palma cuando las cámaras pusieron rumbo de vuelta a Madrid: que las víctimas no tendrán quienes las defiendan, que la concesión de ayudas se perpetuará en el limbo y que el pueblo tendrá que salvar al pueblo. Vamos, la historia de siempre. Por eso los periodistas tenemos la obligación moral, más allá de audiencias, de continuar al pie del cañón.

El mal de muchos viene bien a unos pocos: golfos como los Aldama y cía, tetraimputadas como Begoña Gómez y depredadores sexuales como Íñigo Errejón han visto cómo sus tropelías se convertían, siquiera por unas semanas, en luz de gas. Cómo pasaban de la primera plana al furgón de cola de las noticias. El más beneficiado por la tragedia es Íñigo Errejón, cuyas terribles andanzas saltaron a la luz en la tarde del 24 de octubre tras una cínica dimisión en la que echaba la culpa a su personaje de las presuntas agresiones que su persona había perpetrado. Diabólicas explicaciones que no le sirvieron para librarse de cinco días de portadas en diarios, radios y televisiones. Lo que toca cuando un tipo tan importante de la política patria es acusado de varias agresiones sexuales. La noche del 29 dejó de hablarse de la que tenía todas las papeletas para convertirse en noticia del año.

En el ‘caso Errejón’ ha llegado el momento de apuntar con el dedo índice a Yolanda Díaz, Mónica García y Rita Maestre, que conocían los hechos

Pasados ya 20 días del armagedón valenciano, toca poner negro sobre blanco sobre algo más que los episodios de un Íñigo Errejón al que se le está aplicando la misma medicina que él recetaba para otros prohombres implicados en hechos similares: presunción de inocencia cero. Ha llegado el momento de apuntar con el dedo índice a las cúpulas de Sumar, Más País y Más Madrid, es decir, a Yolanda Díaz, Mónica García y Rita Maestre. Empecemos, pues, por recordar lo que ellas mismas manifestaron en un hecho penalmente menos grave, el protagonizado por Luis Rubiales. Y me centro en lo del ex presidente de la Real Federación Española de Fútbol por el elemental hecho de que es mínimamente subsiguiente en el tiempo a los manoseos en el culo de una mujer consumados por el tantos años alter ego del machistoide y no menos delincuente Pablo Iglesias:

—Rubiales debe dimitir por agredir a una mujer—, se descolgó la vicepresidenta del Gobierno horas después del tristemente célebre «piquito» del 20 de agosto de 2023. Y perdón por emplear un término, «piquito», que resta gravedad a unos hechos que presenció en tiempo real medio mundo y parte del otro. Pero es el concepto que ha quedado para resumir el beso en los labios que el entonces presidente de la Real Federación propinó sin consentimiento a la 10 de la Selección Española, Jenni Hermoso.

—Es violencia sobre la mujer—, apuntó casi a la par la ahora ministra de Sanidad, Mónica García, entonces portavoz de Más Madrid.

—Es abuso de poder y machismo—, enfatizó Rita Maestre, cara y ojos de Más Madrid en el Ayuntamiento de Madrid y ex pareja de Íñigo Errejón. Sí, la mismita que ejerce de conciencia moral de José Luis Martínez-Almeida.

No seré yo quien quite la razón a ninguna de las tres pero ya en ese momento procesal de la historia las tres conocían que Íñigo Errejón había sido acusado de efectuar tocamientos a una joven en un concierto del Tremenda Fem Fest celebrado en Castellón el 17 de junio. Lo sabían porque eran del dominio público en Sumar, Más País y Más Madrid desde el 19 de junio. Y porque se había publicado en ese Twitter al que las tres son adictas. Y, a más a más, porque su camarada Loreto Arenillas lo había notificado por conducto reglamentario.

Díaz, García y Maestre pedían con toda lógica el averno para Rubiales pero protegían a Errejón con un tupido velo sobre los hechos de Castellón

Lo cual demuestra que si moralmente es repugnante la conducta delictuosa de Íñigo Errejón, igual o peor es la de estas tres sujetas que se autodenominan «feministas», «progresistas» y no sé cuántos más -istas, además de arrogarse la exclusiva de la defensa de los derechos de la mujer. Se les llenó la boca de la palabra «Rubiales» con toda la razón del mundo pero no dijeron ni mu sobre la agresión de Errejón, es más, arrojaron toneladas de tierra sobre ella, entre otras cosas porque cuatro semanas después había elecciones generales. «¡Aquí lo importante es continuar en el coche oficial!», debieron pensar. Y las víctimas que se lo coman ellas solitas.

Pues eso, que lo ciertamente indignante en términos de moral pública es la omertà que practicaban ya aquel 20 de agosto del año pasado Díaz, García y Maestre. Reclamaban con toda lógica el averno para Rubiales mientras protegían a Íñigo Errejón extendiendo un tupido velo sobre lo acontecido en Castellón dos meses y tres días antes. Loreto Arenillas, víctima de una purga que envidiaría el mismísimo Stalin, informó a la responsable de Feminismos y a la de Organización de Más Madrid de lo que había pasado en Castellón.

Que estamos ante un encubrimiento de marca mayor por parte de la vicepresidenta del Gobierno, la ministra de Sanidad y la jefa de la oposición en el Ayuntamiento de Madrid lo demuestran varios hechos:

—El primero es que nadie hizo caso a Loreto Arenillas, la trataron poco menos que como a una perturbada. No sólo eso: filtraron que había hablado con la víctima para convencerla de que «no había pasado nada». Luego la echaron pese a que había cumplido con su obligación legal de elevar orgánicamente el episodio.

—El segundo es que Errejón figuró apenas un mes después en el cuarto puesto de la lista de Sumar por Madrid en cuyo número 1 aparecía un curioso nombre: Yolanda Díaz.

—Siete meses después de la agresión de Castellón, Yolanda Díaz digitó como portavoz parlamentario de Sumar al más que supuesto agresor. Con un par.

No es de recibo que Díaz, García y Maestre continúen en sus puestos después de haber optado por tapar las barbaridades de «Iñiguín»

La historia de terror padecida por la actriz Elisa Mouliaá tampoco les debía sonar a chino cuando salió a la palestra. Ahora nos enteramos de que también constituía un secreto a voces tanto en Sumar como en Podemos. Lo cual no impidió que ocupara un puesto de salida en la papeleta liderada por Yolanda Díaz, que le designasen portavoz y que diera lecciones morales, legales, éticas y estéticas en entrevistas en periódicos, radios y televisiones mientras periodistas y contertulios elogiaban la «moderación» de un tipo que dijo de todo y por su orden de Rubiales dos meses después de haber abusado supuestamente de una mujer.

Los tribunales dirimirán si son delitos los hechos que se atribuyen a un más que presunto depredador sexual llamado Íñigo Errejón —acumula ya cuatro denuncias—, a un Íñigo Errejón que ya apuntaba maneras violentas cuando hará cosa de tres años fue denunciado por propinar una patada en el estómago a un jubilado enfermo de cáncer de colon, a un Íñigo Errejón que no dudó en señalar inquisitorialmente a los medios por «silenciar» y «ocultar» la gravedad de lo acontecido en la final del Mundial Femenino de Australia.

Que el pájaro imite a La Manada tildando de «falsa» la denuncia de Mouliaá se nos puede antojar hasta humanamente comprensible porque quiere librarse de acabar de compañero de celda de Víctor de Aldama en Soto del Real. Y porque es un amoral nivel dios. Lo que no resulta tan de recibo es que Díaz, García y Maestre continúen en sus puestos después de haber optado por tapar las barbaridades de «Iñiguín» —así le llamaban algunas de ellas— en lugar de tirar de la manta. ¿Cómo van a defender la Igualdad y los derechos de la mujer unas individuas que protegieron a un supuesto agresor sexual y quienes, conviene recordarlo porque tampoco es baladí, votaron una Ley del sólo sí es sí que ha beneficiado a 1.300 violadores y pederastas? La actualidad, que lógicamente mira a Valencia, no va a impedir que el periodismo libre haga los deberes con unas desvergonzadas que pasaron del «hermana, yo sí te creo» al «hermana, yo sí le encubro».

Lo último en Opinión

Últimas noticias