¿Hasta cuándo tenemos que aguantar a esta canalla?

¿Hasta cuándo tenemos que aguantar a esta canalla?
¿Hasta cuándo tenemos que aguantar a esta canalla?

El silencio a la hora de defender la actitud impecable del Rey en Colombia no es, como ha querido señalar el peón albañil de Pedro Sánchez, Félix Bolaños, la respuesta a la agresión institucional e histórica que sufrió Felipe VI en Bogotá; el silencio es complicidad con los asaltantes interiores, la canalla de Podemos que, incluso, en su malignidad delincuencial, han pedido la restauración de la guillotina para decapitar a los Monarcas. El silencio no replica a un “gesto intrascendente” porque ya no se trata de que la  postura de nuestro Rey fuera algo parecido a una trastada escolar; no, el silencio de una parte del Gobierno de España, sobre todo de su infame presidente, es beneplácito o hasta aplauso a la campaña que ha emprendido la parte minoritaria de ese Gobierno, la de los leninistas de Díaz y su caterva de barreneros del sistema.

Bolaños ha pretendido disfrazar o devaluar el odio que supura Podemos contra la Corona presentado su ataque como poco más que el estallido de una noche del tórrido verano que soportamos, algo así como aquella tópica serpiente estival que manejábamos los periodistas cuando en un mes como el presente no había nada realmente que contar. De ser una serpiente tóxica, que lo es porque ¿qué otra cosa son la Montero, la Díaz, la Belarra o el defraudador Monedero al que nunca Hacienda ha metido mano? Montoro -hay que recordarlo- sólo perseguía a las personas decentes que le habían aupado a un Ministerio. Pues sí, los de ahora, igual de perversos y resentidos, son ejemplares parapolíticos como el taipán que, según mantienen los versados en el asunto, es el más mortífero de toda la cabaña universal de ofidios, cincuenta veces más letal que la temida cobra. Eso es Podemos en la desgraciada España de ahora mismo.

Tengo por cierto que nadie en el entorno de Felipe VI ha recibido llamada alguna de la Presidencia del Gobierno disculpando siquiera la feroz acometida contra la Corona de Podemos y todos sus satélites mediáticos que también de están cebando para desgastar la más prestigiada institución de nuestro país. En un momento, el peón caminero de Sánchez, el inefable ministro Félix Bolaños, tomó la palabra (que en su caso es casi como asesinarla) para calificar, sin haber hablado con nadie de La Zarzuela, de “gesto intrascendente” el episodio. Ahora bien: ¿a qué se estaba refiriendo concretamente Bolaños? ¿al hecho de que Felipe VI no se levantara ante la supuesta espada de Bolívar? ¿o quizá a la feroz respuesta de sus socios de Gobierno, alguno de los cuales ha exigido la restauración de la guillotina, que por cierto nunca funcionó en España, para liquidar a nuestros Reyes? Como estos individuos de La Moncloa no dan puntada sin hilo a la hora de ir erosionado la Institución es muy probable que Bolaños, al fin sólo un vocero de su jefe, haya aprovechado la ocasión para propinarle un tornillazo más a la Corona y a su protagonista actual.

Porque si fuera de otro modo y Bolaños se hubiera querido referir únicamente al “gesto” del Rey de quedarse sentando ante la presencia de una espada, que ni siquiera se sabe si es la auténtica de Bolívar, ¿no hubiera abortado La Moncloa con su preboste al frente esta acometida terrorista que los facciosos de Podemos han articulado contra la propia Monarquía? Pues naturalmente que sí. El burdo silencio de Sánchez ya es, de por sí solo una muestra de complicidad con el atentado dialéctico de sus conmilitones de la izquierda radical. A las belarras y demás cuadrilla les importa una higa que, como hemos dicho, los más reputados historiadores tachen de “supuesta espada” la herramienta que un instante de su vida utilizó el traidor para España, Simón Bolívar. La espada, la supuesta o la real, que esto nunca se sabrá, fue sustraída -eso lo presume incluso esta canalla comunista que nos gobierna- por los compañeros terroristas de Gustavo Petro, la escondieron y lo más que se conoce de aquel robo que duró diecisiete años, es que durante algún tiempo la tizona criolla se la quedó Fidel Castro para estar luego alojada en una casa de putas. Literalmente.

Este bochornoso episodio que estamos sufriendo en España con una parte del Gobierno lanzada sobre la carótida de la Corona, no es baladí: es un paso más, trascendental, en la campaña de desprestigio y ataque que está padeciendo nuestra forma constitucional de Estado. Tipejos como Pablo Iglesias ya se han sumado desde su retiro en el hogar de Roures, el zulo mediático del Gobierno, a un proceso de horadación del que la propia Monarquía ni se puede defender, ni tampoco encuentra quien la defienda. Este Rey nuestro, absolutamente respetuoso con su obligación constitucional, al final sólo permite que alguno de sus colaboradores señale lo evidente: que en Colombia el Rey estuvo donde tenía que estar en un agotador acto de toma de posesión de Petro en el que éste, aún en contra de su antecesor, quiso exhibir la espada “como la representación que simboliza la libertad y la hermandad para todo el pueblo latinoamericano”. ¿Saben quién ha escrito tamaña vulgaridad antihistórica? Lo ha escrito el diario Deia, órgano de expresión propio del Partido Nacionalista Vasco que se ha subido así y en marcha a la embestida contra Felipe VI. Los leninistas ya han encontrado en Vitoria, sede del Ejecutivo, y en Bilbao, sede de la dirección del PNV, otros compañeros del viaje para culminar la liquidación de nuestra Monarquía.

Estos (¡qué lejos queda su Pacto Foral!) trabajan de forma mas taimada, menos ruidosa que sus aliados en el Gobierno Frankenstein, pero ya coinciden, como los separatistas catalanes, en el mismo objetivo. Todos los españoles de bien, que somos unos cuantos más de lo citados, estamos celebrando estos días la actitud impecable de Felipe VI que no ha hecho otra cosa que comportarse como el primer español de España. Honor por tanto a él, a una Persona que en algunas ocasiones parece defraudarnos con el aparente sometimiento a esta gobernación canalla que le ningunea como si fuera una porcelana de Lladró. Él y todos nosotros sólo tenemos ya una aspiración concreta: sobrevivir al Gobierno más traidor de la Historia de España. Y a propósito y final: ¿recuerdan quién fue el Rey español que se cargó el gran imperio constitucional España-América que propició y quiso fundar Simón Bolívar? Pues Fernando VII. De felón a felón.

 

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