La guerra cada vez más próxima a ser apocalíptica

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Ya hemos tenido ocasión en artículos precedentes de comentar que estamos de facto en una Tercera Guerra Mundial, aunque la calificamos como «no convencional» en la medida que estando en disputa un nuevo orden geopolítico global, no son dos bandos los que lo disputan frontalmente, como así sucedió en las dos anteriores grandes contiendas. El arma atómica y la realidad de una DMA —»Destrucción Mutua Asegurada»— entre los contendientes así lo exige. Por ello ese nuevo orden geopolítico «multipolar» pactado entre China y Rusia en Pekín en febrero de 2022 se decide en países (polos) de diferentes localizaciones y con diversos intermediarios para la ocasión.

La guerra en Ucrania es una guerra entre EEUU y Rusia con la OTAN y Zelenski de instrumentos de los estadounidenses, con Zelenski poniendo las víctimas y EEUU los dólares y el armamento. Y la OTAN apoyando a un país que ni siquiera es miembro de la Alianza Atlántica. Es una guerra de desgaste promovida por EEUU que no se resigna pasivamente a perder su, hasta ahora, hegemonía global, conseguida tras la desaparición de la URSS.

Ya hemos comentado que la fundación del AUKUS, —la «OTAN del Pacifico»— en 2021, precipitó el Tratado bilateral de Pekín unos meses después y que motivó la invasión de Ucrania inmediatamente por parte de Rusia. Lo que está en juego es la zona de influencia de EEUU y Rusia en esa zona de Europa Oriental, que a su vez delimitará la zona de influencia entre EEUU y China en la estratégica zona del Indo Pacífico, con Taiwán en el horizonte inmediato.

En este escenario, las inmediatas elecciones presidenciales estadounidenses5 de noviembre— tienen un papel decisivo para la evolución de la guerra con Rusia dado que una victoria de Trump —públicamente enfrentado al deep state— significaría un final negociado, con la península de Crimea —y quizás territorios del Donbass— oficialmente para Rusia, a cambio de una paz con un estatus de neutralidad para Ucrania fuera de la Alianza Atlántica.

De ganar Kamala Harris ese final negociado no parece asegurado en el corto plazo, con el riesgo de una escalada si Zelenski pretendiera un éxito puntual para conseguir una mejor posición negociadora, lo que es más ilusorio que real actualmente. No debe olvidarse que en la primavera de 2022 poco después de comenzada la guerra, con Erdogan en Ankara y con Turquía miembro de la OTAN actuando de mediador, se estuvo en condiciones de alcanzar una acuerdo que fue impedido por EEUU y el Reino Unido.

En el otro polo de la guerra, en Oriente Próximo, Israel ha derrotado completamente a Hamás en Gaza y ahora quiere hacer lo propio con Hezbolá en el Líbano, para así eliminar la amenaza terrorista que lleva décadas actuando y amenazando su seguridad en un extremo y otro de su Estado. El golpe dado a su carismático líder, Hasan Nasralá, en pleno barrio chiita de Beirut, significa un golpe muy cualificado a su moral, al demostrar una capacidad militar de Israel muy elevada, que puede ser la antesala de una operación terrestre al sur del Líbano similar a la practicada en Gaza para neutralizar operativamente a Hezbolá.

De momento ya está actuando en Yemen para hacer lo propio con los milicianos hutíes, también enemigos declarados del Estado de Israel. Es un tercer frente en el polo Oriental donde la República Islámica Iraní pugna por su zona de influencia allí, contra el aliado estadounidense por medio de esas tres organizaciones terroristas que dependen de ella, establecidas hasta ahora en Gaza, sur del Líbano y Yemen. Está por ver la respuesta de Irán a esta evolución de la guerra, ya que una guerra frontal entre Irán e Israel estaría en el límite de una auténtica DMA dada la capacidad nuclear de ambos potenciales contendientes. Desde luego en la actual situación, el riesgo de una escalada militar frontal entre ambos, declarados enemigos, parece demasiado cercana para no expresar una grave preocupación de que un «error humano» desencadene una Tercera Guerra Mundial ya no susceptible de ser considerada «no convencional» sino precisamente tan convencional como apocalíptica. El mundo está en peligro ante la atonía de una sociedad sumida en el «síndrome de la rana».

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