El Gobierno en la UCI

El Gobierno en la UCI
El Gobierno en la UCI

Al menos veinte de sus ministros son políticos incurables. Cada semana ingresa uno/a en la sala agónica donde se topa con colegas igualmente desahuciados. Un periodista, muy enredado en las conspiraciones de La Moncloa, pero que conserva un átomo de sentido común porque no se ha dejado intoxicar por estos barreneros, me cuenta: “Ya no saben qué hacer, están sólo en el día a día, intentando apagar los fuegos que encienden los suyos propios o incluso peor, disparando a mogollón sin saber exactamente contra quién”.

El Gobierno es un caos total donde al menos se perciben cuatro peleas: la de Sánchez ya prácticamente contra España entera, la de Sánchez contra su vicepresidenta Díaz, la de ésta contra Calviño, la de todos contra el tontolaba de Garzón, y la de todos arremetiendo contra el enemigo exterior, el centroderecha, que le está madrugando la merienda. Este interlocutor referido no es precisamente muy optimista con un PSOE al que reconoce haber votado siempre. Me cuenta: “El partido ya no existe, existe un tipo que lo ha dejado en las raspas, rodeado de mil paniaguados que están con él porque de ahí comen”. Y añade: “En una situación como ésta debería aparecer un socialdemócrata de los de siempre, que pusiera pies en pared y se confrontara con Sánchez, pero esta figura no existe por parte alguna, gentes como el llorado Rubalcaba o el asturiano Fernández ya no son posibles en estas circunstancias, y Felipe es más jarrón chino que nunca”.

Según estas informaciones, a Sánchez le ha abandonado castizamente el desodorante, se la he terminado su tópica baraka. Suele decir un hombre sensato, en UCD y el PP desde siempre, que Sánchez vivió desde su victoria endógena en el PSOE, la moción de censura contra Rajoy y sus pírricas victorias en sendas elecciones, en un círculo virtuoso. Todo le salía bien contra todas las luces de la razón, el viento le soplaba en el tafanario. Ahora suele decir esta persona, Jesús Posada, que fue varias veces ministro y también presidente del Congreso de los Diputados cosas como ésta: “Sánchez ha entrado en otro círculo, el vicioso donde todo le sale al revés porque, al fin, cuando se comete un error se comete hasta al final”. Está bien vista esta figura retórica. La Moncloa camina de fiasco en fiasco y Sánchez -eso es lo que transmiten al cronista- no sólo intenta sin resultado acabar con la “polémica lamentable” (palabras del aún presidente) sino acopiar actualidad con medidas figurativas. Este sábado está en Granada para apoyar al candidato Espadas a la Junta de Andalucía, pero no parece que, tras el sofocón de Palencia donde ni siquiera le llamaron guapo, quiera volver inmediatamente por las provincias castellanas y leonesas.

Como en Moncloa marchan partido a partido, al estilo de Simeone, este lunes van a desplegar una operación propagandística brutal para encomiar la visita del canciller Scholz a Madrid. Adelántandose a ella, Sánchez, ya hizo en su Comité Federal un canto artificial, mentiroso como todos los suyos, de las prácticas socialdemócratas que él dice aplaudir como si las hubiera inventado. Scholz es la coartada, pero, de verdad: ¿sabe la mayoría de este país quién es realmente Scholz? ¿Sabe directamente la gente que en Alemania el Partido Comunista, el socio de Sánchez en España, está tan proscrito, por lo menos, como los nazis? ¿Es que alguien se va a tragar que Scholz y Sánchez, las nuevas SS europeas, son los incontestables líderes continentales? A otro perro con ese hueso. Es una estupidez de proporciones siderales, pero la maquinaria intoxicadora del Gobierno va a intentar vender esta especie.

Claro está que Sánchez se puede encontrar con alguna sorpresa si en la presunta -presunta porque todavía no está confirmada- comparecencia conjunta del mentiroso y del alemán, alguien le pregunta por la partición del Gobierno en dos mitades que ya aparecen como irreconciliables. Este fin de semana andan por el territorio castellano y leonés, dos figuras del más rancio y peligroso comunismo; hablo de Enrique Santiago, jerifalte casi único del PCE, y la ministra Ione Belarra. Acuden hasta allí para demostrar que en el rifirrafe interminable entre Garzón, el resto del Gobierno y el PSOE, el que ha ganado es el inútil ministro de Consumo, y esto porque se ha hecho visible y porque ha aparecido con una propuesta que tiene muy contenta a la población ultraleninista del país. Garzón ya ha anunciado que va a gastar suela de zapatos en la campaña electoral que empieza el día 28. Y no como miembro de los agónicos Podemos, sino de sí mismo y, en todo caso, de la imposible plataforma política que viene anunciando Yolanda Díaz, ya enfrentada -esa es otra- contra Pablo Iglesias, el que fue su mentor y el responsable de que sea ministra de Trabajo en el Gobierno que, como los vencejos, está todo el tiempo en el aire.

A este sujeto, Sánchez, campeón mundial de la mentira, se le ha abierto por lo demás otra grieta. A falta de saber en unos días como lidia el morlaco de la reforma laboral, le ha estallado ya el escándalo del sectario reparto de fondos de la Unión Europea. Este Gobierno trapacero sólo está regando con los los euros prometidos a las comunidades de su obediencia: Valencia, Navarra, Extremadura, Castilla-La Mancha y Cataluña, claro está. Aplica Sánchez también en este asunto la conocida y golfa doctrina del “Amigo, el c…; al enemigo, por el c…; y al indiferente, la legislación vigente”. Pero naturalmente las comunidades gobernadas por el PP se han puesto de manos y van a llevar (el último, Feijóo) a este individuo a los tribunales de la Unión. Sánchez se ha creído en situación de hacer con la pasta como con sus cortijos, pero Europa le va a atizar pronto, ya lo verán, un sopapo de los que hacen época. También en un tema como éste a Sánchez le ha abandonado el desodorante. El y los suyos se encuentran en la UCI política y, encima, con una constancia: que los “médicos”, el público en general, no les quieren atender, les importa una higa su enfermedad, creen que están disfrazando sus síntomas, y están a la espera de que se consuman por lisis, un deterioro progresivo que les llevará a la extinción pública. La UCI: ese es lugar más apropiado para este taimado sujeto y su infame ralea.

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