La gente no pide las ayudas porque no se fía, Marlaska
Según el ministro del Interior, Fernando Grande-Marlaska, los afectados por la DANA no solicitan las ayudas por razones que desconoce, porque «no hay que devolver» ninguna cantidad, ni pagar «intereses». «Son cantidades que se entregan de ayuda directa a los ciudadanos», aseguró. No dice la verdad Marlaska -nada nuevo-, porque los créditos ICO del Gobierno no son gratis y hay que devolverlos con intereses. Según los expertos, la línea de avales que ofrece el Gobierno, gestionados con el ICO, por valor de 5.000 millones, es un peligro para los empresarios que se acojan a ellos, porque aunque tengan unas condiciones más favorables, es decir, un tipo de interés menor al habitual, la realidad es que tienen unas comisiones de entre el 5% y el 6,7%. Algunas organizaciones empresariales apuntan que una cuarta parte de las pymes que recibieron esta financiación tras el Covid-19 tendrán problemas para devolverla. Por tanto, eso de que «no hay que devolver ninguna cantidad» es sencillamente falso, ministro. Y en relación con las ayudas directas, el Gobierno no ha aclarado todavía si computarán en el IRPF del año que viene, lo que añade aún más incertidumbre si cabe.
Por cierto, sobre las ayudas para las personas que perdieron sus vehículos con la DANA, un dato no precisamente intranscendente. «Si se compra un coche de 20.000 euros, dan 5.000 euros de ayuda, pero hay que pagar 4.000 euros de IVA», explican los expertos. Y en caso de que se soliciten estas ayudas para recuperar los coches perdidos con la gota fría, «para llegar al máximo anunciado», que es de 10.000 euros, «habría que comprarse un coche eléctrico 100% de 50.000 euros y pagar 8.500 de IVA». Valgan estos supuestos para aclararle al ministro de Interior las razones por las que la gran mayoría de las personas afectadas por la DANA no ha solicitado las ayudas. Porque tienen letra pequeña, Marlaska. Y la gente que lo ha perdido todo -la que se ha quedado sin presente- no quiere afrontar un futuro con trampas. Quiere -es lógico, ministro- un horizonte despejado. No es mucho pedir.