El fracaso del comunismo

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El comunismo constituye un absoluto fracaso, que sólo genera miseria en aquellos lugares en los que se aplica. En España, no salimos del asombro cada vez que Podemos ha tratado de aplicar el ideario comunista, como el intento de la nacionalización de empresas, de la regulación del mercado del alquiler o de la subida del salario mínimo como propuestas para acabar con todos los males, cuando sólo conseguirían generar más y de efectos más adversos, por no hablar del sueño de alguno de sus dirigentes donde han llegado a proponer que se imprima dinero para pagar la factura del gasto (imposible, gracias a Dios, al no depender en la eurozona la política monetaria de los Estados- . Afortunadamente, en España tienen difícil su aplicación, aunque Sánchez les esté concediendo alguna cosa para mantenerse en el poder. El riesgo es saber hasta dónde está dispuesto a concederles; confiemos en que la Unión Europea actuaría como freno llegado el caso.

Donde podemos percibir con toda intensidad ese desastre es allí donde el comunismo se aplicó o se aplica de manera clara; es más, suele hacerse en regímenes totalitarios o dictatoriales revestidos de democráticos. La URSS y toda la Europa del otro lado del telón de acero fueron un fracaso, un nido de miseria, de hambre, de necesidades básicas no cubiertas.

Lo mismo sucede con Corea del Norte. Asimismo, Venezuela, que era un país próspero, cuenta con una hiperinflación descontrolada, realmente, incalculable, y su población pasa hambre. Argentina, sin ser una dictadura, al aplicar políticas populistas, cercanas al comunismo (como muchas veces, en la práctica, es el peronismo), lleva ochenta años sin levantar cabeza, pese a toda la riqueza de recursos naturales que posee. Así, sucede lo mismo en muchos otros países de Hispanoamérica o de África.

Y llegamos a Cuba, donde el comunismo más feroz lleva aplicándose desde 1959, en forma de una dictadura totalitaria, que pudo disimular sus pésimos resultados mientras la URSS la mantuvo asistida financiera y económicamente, pero que una vez que el bloque comunista se derrumbó, se hunde cada vez más en la ruina económica, en la que sumerge a todos los cubanos.

Tras décadas de represión política y de ruina económica, una parte importante de los cubanos han iniciado una serie de protestas porque, literalmente, ya no tienen qué comer. No hay riqueza, porque el comunismo no la crea; y no se distribuye nada, porque aun suponiendo que dicha ideología la distribuyese mejor, que tampoco, no se puede distribuir nada de algo que no existe. Ésa es la triste realidad que viven los cubanos desde hace muchísimos años, acrecentada durante estos días, a la espera de que termine para siempre ese régimen de ausencia de libertades y de ruina económica que constituye el comunismo.

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