«Fora feixistes de la universitat»

«Fora feixistes de la universitat»

El totalitarismo ha vuelto a mostrar su peor cara en los campus catalanes, en este caso en la Universidad Autónoma de Barcelona (UAB), con la plena colaboración del equipo rectoral y del gobierno autonómico, que han creado el clima que justifica y ampara cualquier agresión contra los catalanes no independentistas que quieran expresar en público sus ideas. Este miércoles un grupo de jóvenes de la entidad constitucionalista S’ha Acabat!  intentó montar una carpa informativa para repartir información contra la política de la Generalitat de preparar listas de profesores según den las clases en catalán o español. Digo «intentó» porque una horda de fascistas se lo impidió con una dosis de violencia y odio que recuerda lo peor de la Europa de los años 30. Por supuesto, lo hicieron gritando «fora feixistes de la universitat», cuando los únicos «fascistas» son ellos.

El problema es que no es un hecho aislado. El clima que, insisto, han creado el rectorado de la UAB y el de otras universidades públicas y el gobierno autonómico, facilita que los radicales separatistas decidan qué actos constitucionalistas revientan y cuáles no. Societat Civil Catalana y S’ha Acabat! llevan años sufriendo acoso, insultos, pintadas amenazantes y coacción física cada vez que intentan organizar algún evento en varias universidades públicas, no solo en la UAB. Recordemos como un ex terrorista de Terra Lliure encabezó a un grupo de estudiantes violentos para boicotear un acto de homenaje a El Quijote en la Universidad de Barcelona, o como el rector de esta misma universidad, Joan Guàrdia, permitió que un profesor separatista llamara “fascista y colono” a un catedrático no nacionalista durante la celebración de un claustro.

Los equipos de gobierno de las universidades públicas catalanas llevan años posicionándose a favor del independentismo, y los estudiantes más radicales se sienten impunes para convertir las facultades en sus cotos de caza. Sobre todo, cuando las reacciones de los rectorados tras sus agresiones son tan tibias que rozan el colaboracionismo. La nota del equipo de gobierno de la UAB tras la violencia ejercida contra S’ha Acabat! es una buena muestra de ello. Define la coacción desatada como “hechos”, no denuncia las agresiones sufridas por los jóvenes constitucionalistas y solo habla de “situación de tensión”. Eso sí, denunciaba la “instrumentalización ideológica por parte de determinados partidos políticos, que invisibiliza la actividad académica e investigadora que lleva a acabo diariamente a cabo la universidad” porque Carlos Carrizosa e Ignacio Garriga fueron al campus para mostrar su apoyo a S’ha Acabat!. Eso sí que molestó al señor rector, Javier Lafuente, y a sus adláteres.

El siguiente paso será que el rector Lafuente se ponga una sudadera con el logo “UAB antifeixista” y se dedique a insultar e increpar a cualquier profesor o estudiante que defienda que España es un Estado de Derecho y que en las universidades no se ha de pegar a nadie por sus ideas. Tras el infame comunicado que hizo público ayer, será el siguiente paso. Ya cuenta en su universidad con un buen número de hooligans separatistas demostrando desde sus púlpitos, y abusando de la libertad de cátedra, que no les gusta ni la disidencia, ni la discrepancia, hacia los mantras secesionistas.

Por eso los camorristas que campan a sus anchas por el campus de la UAB se sienten tan cómodos. Nadie les para los pies, porque se piensan que son ‘soldados’ de la República Catalana que combaten a sus ‘enemigos’. La universidad catalana está enferma, y es el peor síntoma de que la sociedad catalana se ha convertido en una sociedad fanática por culpa del independentismo. Si en las facultades, que deberían ser un lugar de libertad de pensamiento y de expresión, domina este clima de odio y exclusión, queda poco espacio para la esperanza por mucho que Sánchez hable de “agenda del reencuentro”. Su interlocutor, Pere Aragonès, es el que lleva años fomentando este ambiente de rencor.

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