Por favor: tomad en serio a Jaime Mayor Oreja

Dada su confesa catolicidad, a Jaime Mayor Oreja se le toma, en los ámbitos del centro y la derecha españolas, como un «forastero» descomedido al que es difícil acompañar. Parece en estos sectores como si contagiara su discurso, como si sus advertencias y proclamas fueron de otra época. Se le atribuye ahora corta consistencia política e intelectual y, a lo máximo, se le reconoce como un ministro aceptable que se fajó ante ETA. Además, su fundación NEOS, un movimiento de la sociedad civil que, literalmente: «pretende influir decisivamente en el debate social, cultural y político», es mirada con recelo, tanto que en estos días pasados he escuchado descalificar a NEOS como «una cosa próxima a Vox» o más todavía llenarla de oprobios porque su propia definición, «movimiento», «ya indica exactamente a quién quiere parecerse». Textual.
Jaime Mayor ha sufrido con entereza estos exabruptos y de pronto ha hecho relucir ante la opinión pública española el mejor y más completo (también el más atrevido) documento que haya denunciado nunca la horrenda situación en que se encuentra en este momento nuestro país. Personalmente, lo adelanto, sólo discrepo en algo que puede resultar irrelevante: el título de esta advertencia pública absolutamente memorable. Para el equipo de Mayor Oreja en el frontispicio de las cuarenta y ocho páginas de que consta el documento, hay que situar esta insinuación brutal: «España, en el abismo». Bueno es el resumen, pero el propio librillo recoge una admonición aún más clara y definitiva: «España no está muerta pero agoniza». Con ella me quedo. Se trata de un meneo formidable que esta sociedad desmoralizada, paralizada, resignada, debería hacer suyo a partir de su misma agitación, para constituir -lo dice el documento- «una gran movilización nacional frente a la desintegración». En resumen, lo que hace este texto, más fotográfico que provocador, es describir cómo la Nación más antigua de Europa (por lo menos eso) se dispone a morir lentamente sin que sus entidades sociales más representativas se muevan un dedo para evitarlo. Algunas veces hemos preguntado aquí: ¿Qué hacen nuestras academias (Ciencias Morales, Historia, Jurisprudencia…) para oponerse a esta degradación? ¿Y las Universidades (las que no están bajo la égida del comunismo sanchista) qué hacen para anunciar al país que la Memoria intrusa que practica este Frente Popular no es otra cosa que el certificado de desaparición de aquella fantástica reconciliación nacional que inauguró la Transición?
Todavía existen en nuestro entorno gentes pacatas que rechazan la situación de España que describe Jaime Mayor Oreja, con estas dos cautelas pusilánimes: «No, no es verdad que nos encontramos ante un proceso de degradación irreversible; no, son hechos puntuales». O esta otra estúpidamente castiza: «No se atreverán a tanto». ¡Pues claro! que se atreven, ¿o es que no estamos conociendo estos días la acometida de descristianización que va a sufrir el Valle de los Caídos con el derrocamiento de la Cruz incluido? El documento de NEOS significa que Sánchez y su cuadrilla de iconoclastas berrendos (rojos para los no taurinos) están cumpliendo al menos cuatro etapas claves de este Proceso -Proceso, con mayúsculas- de destrucción nacional. Son estas: primera, la división del país en dos bandos irreconciliables; segunda, la atribución a los otros (las «derechas» de Sánchez) toda la maldad posible; tercero, el disimulo del peligro que ellos mismos suponen; la cuarta, la eliminación de todo y todos los que se enfrentan a sus pérfidos designios. Si se repasa la Historia más reciente de España (al fin y al cabo, ¿qué es un siglo?) se podrá constatar que este proceso es el que condujo a este país a una horrorosa confrontación civil en 1936.
No se tilde de exagerada esta descripción; aquí y ahora se está instalando toda una ingeniería social, la que denuncia el documento de Mayor Oreja, que ha alterado el pasado con vistas a cambiar el futuro, que ha desnaturalizado el valor de la vida y que está imponiendo identidades artificiales para asentar una comunidad en la que nadie se diferencia de nada, la igualación por abajo que siempre predicó el leninismo obligatorio. Esta es la clave básica para entender lo que nos está pasando como país. Minimizar el riesgo de desguace constitucional (así lo determina el documento), reducir el problema a la ambición autócrata de un psicópata, explorar los problemas endógenos del Gobierno de coalición para intentar su explosión, aspirar a pactos con los protagonistas del Proceso, o refugiarse en la convulsión internacional para enmascarar el tremendo problema nacional que nos acosa, constituyendo un error, un ejercicio estúpido de diagnóstico que impide la naturalización de la crisis. O sea, una bobada en la que caen a menudo los pocos intelectuales que aún reposan, más que trabajan, en nuestra Nación.
El abatimiento generacional no afecta solo a una parte concreta de la sociedad, por ejemplo, la comprensión entre los cuarenta y sesenta años, la acción que únicamente pretende gozar de su bienestar actual y asegurar su jubilación más o menos cercana; para nada, el desarme moral invade todos nuestros comportamientos cronológicos. Con ello juegan Sánchez y sus sicarios que pretenden la extensión urbi et orbi de la pérdida de nuestra estimación nacional. El trabajo del equipo de Mayor Oreja (repito, el más valioso de los que puedan haber publicado hasta ahora mismo en España) utiliza un término casi marcial: «Despertad» para intentar la movilización general «si no queréis -afirmar- ser los últimos españoles de la historia». No se trata únicamente -que quizás también- de convocar a la manifestación pública de la protesta, sino de engrosar un rearme moral que inserte la derogación de las iniciativas del Frente Popular en materia de ingeniería social, el fortalecimiento de las instituciones, el resurgir del Estado de Derecho, la recuperación democrática, y un programa que aliente la cohesión de España ahora destrozada por los socios separatistas de Sánchez. Y a este último respecto un anuncio nada apocalíptico: Navarra, Ceuta y Melilla están en peligro. Las dos primeras por los inconfesables pactos de Sánchez con el Rey de Marruecos, el Viejo Reino por la colonización vasca que están efectuando sin descanso los herederos de ETA.
Aún dirán algunos bobos del haba que esta «España en el abismo» es una reflexión alarmista. Bobos siempre los ha habido. Pero díganme: ¿Hay en este documento algo que o no se haya producido ya o esté en proceso de cumplimiento? Por favor, tomad en serio a Mayor Oreja, incluidos los que desde su partido le tachan de agorero y tremendista. Lo peor es lo que está por llegar. El documento es una advertencia, la más seria de la que tiene noticia este cronista.