Fariñas estamos contigo

Fariñas estamos contigo

La izquierda que nos gobierna sólo puede presumir de combatir a los tiranos cuando están muertos o depuestos. O puede sólo vanagloriarse de exhumar a un dictador cuando éste no representa ningún problema ni para el progreso de una sociedad como la española, ni entraña riesgo alguno para nuestra convivencia. A nuestra izquierda gobernante le gusta cacarear sobre la defensa de la memoria histórica, ahora convertida en democrática, en una clara y perversa manipulación del lenguaje. La izquierda que maneja nuestro dinero no tiene memoria o se la niega a las víctimas del terrorismo o a todos aquellos perseguidos por el régimen xenófobo de independentistas que gobierna en Cataluña. Ni tampoco tiene resquicio de memoria democrática ni conmiseración para todas las víctimas de tiranos como Maduro en Venezuela o el cubano Díaz-“Chanel”, instalados ambos en la riqueza mientras sus pueblos mueren de hambre o malviven en la miseria absoluta.

Esta semana ha sido negra para los demócratas españoles. Mientras el presidente Sánchez no tenía el mínimo rubor, ni con los valores asociados a la unidad nacional, dignidad política, ni con el conjunto de españoles, para reunirse con separatista e inhabilitado Torra, el defensor de los derechos humanos y de la democracia en Cuba, Guillermo Fariñas, era arrestado cuando se dirigía a la embajada española en La Habana para solicitar su visado y poder venir a España, así como a las instituciones comunitarias para exponer la situación de deterioro de los principios más básicos del respeto a los derechos humanos en Cuba.

Tuve el placer de invitar a Guillermo Fariñas hace dos años a compartir sus vivencias, heroicas, con mis estudiantes universitarios. Los jóvenes alumnos no daban crédito a que la persecución y el hostigamiento a los defensores de las libertades y de la democracia sea una una realidad en nuestros días. Para muchos de ellos parece una realidad conservada ya sólo en los libros de historia. Ese es el empeño también del gobierno social-comunista y populista que gobierna España. Hacer creer que la defensa de la democracia ha pasado a ser algo del pasado y que hoy en día las únicas amenazas son Vox y los gobiernos de Polonia y Hungría. Mientras el gobierno se bate el cobre por el “cordón sanitario” al partido de Abascal en el Congreso, se pone una vez más de perfil con la defensa de la democracia, especialmente en Iberoamérica, hace dejación de funciones y no exige la inminente y justa puesta en libertad de Guillermo Fariñas. Han pasado 72 horas desde su detención arbitraria e ilegal dirigida a impedir su relato en Europa sobre la realidad cubana, y ni el presidente del gobierno, ni la ministra de Exteriores han abierto la boca en favor de la democracia en Cuba.

Primero fue el ridículo espectáculo en la embajada mexicana en Bolivia, con intento de asalto incluido, le siguió la vergonzosa reunión entre el ministro Ábalos y la mano derecha del dictador Maduro, Delcy Rodríguez. Y ahora llega el abyecto silencio con todo un símbolo de la democracia cubana. Mientras ese ha sido el devenir de los acontecimientos, a Sánchez le ha dado tiempo de humillar a la nación española sentándose con quienes quieren destruirla para sumarse a su juego. Cada día tengo más claro que los independentistas y la situación en Cataluña acabarán con el gobierno Sánchez. El presidente trata de ganar tiempo jugando con los plazos, pero es insuficiente. Algunos de los desastres de nuestra historia han sido perpetrados por presidentes que se creyeron negociadores, uno de los mayores errores que pueden cometerse. Las negociaciones con Cataluña, que pueden ser edulcoradas con los nombres que se quiera, están encaminadas a deteriorarse desde la inflexibilidad hasta la confrontación. Pero Sánchez no lo ve. Los cortesanos independentistas lo tienen asido por donde empieza su orgullo y termina su vanidad.

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