España con pulso

España con pulso
España con pulso

España sin pulso fue el título de un conocido artículo de Francisco Silvela, publicado en Tiempo el 16 de agosto de 1898, cuando España estaba ya negociando para poner fin a la guerra con Estados Unidos, lo que llevaría a la liquidación de los últimos restos de nuestro imperio de ultramar. El artículo de Silvela, que sería líder del Partido Conservador y presidente del Gobierno, se suele mencionar como uno de los primeros aldabonazos morales en torno al “desastre de 1898”.

No tengo intención alguna de trazar paralelismos entre aquella crisis finisecular y la que atenaza nuestros tiempos. En primer lugar, porque los problemas de la España del XIX son bien diferentes a los actuales. Pero, a pesar de todas las distancias, Silvela señalaba una actitud en los dirigentes de la nación que hoy vemos de nuevo reproducida.

Silvela comenzaba su artículo con una cita del profeta Isaías: «Varones ilustres, ¿hasta cuándo seréis de corazón duro? ¿Por qué amáis la vanidad y vais tras la mentira?». Y más adelante la traducía en un pasaje bien aleccionador: “Hay que dejar la mentira y desposarse con la verdad; hay que abandonar las vanidades y sujetarse a la realidad, reconstituyendo todos los organismos de la vida nacional sobre los cimientos, modestos, pero firmes, que nuestros medios nos consienten, no sobre las formas huecas de un convencionalismo que, como a nadie engaña, a todos desalienta y burla”.

Sin duda, la señal más elocuente del sanchismo es su sempiterna distancia de la verdad y su imparable alejamiento de la realidad de los españoles. El “gobierno de la gente” ha terminado rehuyendo a la gente, señal de esa doble separación de Sánchez y sus socios respecto de los ciudadanos.

A la espera del momento en que los españoles vuelvan a ser llamados a las urnas es necesario decir que, a pesar del desastre provocado por Sánchez y sus socios, la sociedad española no ha perdido el pulso. La inmensa mayoría está decidida a cambiar el rumbo de la nación, como reflejan todas las encuestas.

De esa España con pulso ha sido buena prueba Isabel Diaz Ayuso esta misma semana en el debate sobre el estado de la región. La presidenta de la Comunidad de Madrid ha planteado de manera firme una alternativa a las políticas de Sánchez y sus socios, con un proyecto basado en la libertad y la responsabilidad de las personas y, sobre todo, en la confianza en nuestras propias fuerzas a la hora de afrontar las adversidades, como ya se demostró en otras crisis agravadas por los errores de los gobiernos socialistas.

Un proyecto que ha logrado convertir a Madrid en la locomotora económica de España y a la vez en la comunidad más solidaria, que aporta más del 70 por ciento de los fondos para costear los servicios públicos en el resto de las regiones.

El anuncio de Ayuso de nuevas rebajas de impuestos, incluida la deflactación del IRPF de este mismo 2022, para que las familias puedan afrontar los efectos de la escalada de los precios, es toda una declaración de principios. Lo mismo que su compromiso con los emprendedores que contra viento y marea mantienen la vida económica del país, como el anuncio de la “tarifa cero” para los nuevos autónomos.

Ayuso puso sobre la mesa sesenta medidas, muchas de ellas dedicadas a la continua mejora de la calidad de los servicios públicos, como la sanidad, la educación o la atención social, o con la lucha contra problemas tan candentes como las adicciones juveniles, la “ocupación” o los incendios forestales.

El debate en la Asamblea de Madrid, como el de hace unos días en el Senado, dejó patente que el presidente del gobierno ya es pasado. Sólo el cálculo personalista acerca de cuál será el tiempo más adecuado para salir de escena, en un actor político exclusivamente dedicado a ella, mantiene la incógnita sobre el final de su mandato.

A la espera de ese momento, Alberto Núñez Feijóo continúa demostrando lo que es tener los pies en el suelo, proponiendo a los españoles con claridad un modelo alternativo para responder a sus problemas reales. Que el Gobierno reaccione con una granizada de insultos para dinamitar el prestigio ganado por Feijóo y Ayuso a la hora de afrontar los retos de los ciudadanos, refleja la inquietud de Sánchez ante el hecho de que alguien demuestre que existe una alternativa a la España aletargada y resignada a que han conducido su incompetencia, su falta de proyecto y su genuflexa sumisión a sus socios.

España no puede esperar más para recuperar todo su pulso, y ese camino ya ha empezado por Madrid.

 

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