España no paga traidores
El presidente del Gobierno ha elegido el Palacio del Liceo para anunciar el indulto a los golpistas catalanes, sin esperar al precepctivo «decreto motivado y acordado en Consejo de Ministros» y sin debate previo en el Congreso de los Diputados. Si la supervivencia política de Sánchez pasa por abrir las puertas de prisión a los sediciosos, el jefe del Ejecutivo pretende pasar página cuanto antes y poner en marcha la maquinaria de la propaganda para combatir los demoledores efectos, en términos de opinión pública, que la medida ha provocado en la mayoría de la sociedad española. Sánchez ya ni siquiera disimula: ha vendido la dignidad de España para garantizarse el apoyo de los enemigos de España, un trueque ignominioso que constituye la más alta traición a la nación. Un golpe institucional sin consecuencias penales, pero revelador de la degradación moral de un Gobierno que prostituye la figura del indulto, convertida en un salvoconducto para que los golpistas puedan seguir atentando contra el Estado de Derecho. Y Sánchez en el papel de colaborador necesario.
Para que a la sociedad española no se le indigeste el perdón, el Gobierno ha preparado una serie de medidas orientadas a que el plato de los indultos no se le atragante a la opinión pública: rebaja del IVA de la luz del 21% al 10% y fin de las mascarillas en la calle. La perversión política de este Ejecutivo no tiene límites: lo que hasta hace una semana era, según afirmaba tajantemente, imposible -rebajar la fiscalidad de la factura eléctrica- ahora se hace realidad por arte de birlibirloque, lo que demuestra que este Gobierno está reñido con la verdad. Sánchez es un tahúr, un mercachifle que pretende ganarse el perdón de los españoles a su indulto a los golpistas bajando el IVA de la luz. Es el precio que el presidente pone a la dignidad de los españoles. Ahí se equivoca. Podrá seguir un tiempo más en La Moncloa, pero España -ya tendrá ocasión de comprobarlo- no paga traidores
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