¡Esa banderita roja y gualda!

banderita roja y gualda

En esta Cataluña en la que un golpista indultado como Josep Rull se permite vacilar a los tribunales, mientras ERC y Junts –instalados en el golpe de Estado permanente– desobedecen al Tribunal Constitucional aceptando los votos telemáticos de los fugados Carles Puigdemont y Lluís Puig y el nuevo partido útil de los separatistas –el PSC–, gana elección tras elección hay que buscar algún oasis que proporcione tranquilidad, y un poco de felicidad, a las almas torturadas de los constitucionalistas catalanes. Y existen. Y los he disfrutado. Y he conseguido levantar el espíritu y acumular fuerzas para seguir resistiendo a tanto fanatismo y tanta sinrazón.

Escuchar a más de 2.000 personas aplaudir y corear el «banderita tú eres roja, banderita tú eres gualda» en un templo fetiche del nacionalismo catalán –el Palau de la Música Catalana –emociona a cualquiera que ame a nuestro país. O disfrutar de la interpretación del himno nacional, con todo el auditorio en pie y en silencio, en una Barcelona dominada por el separatismo más radical, es reconfortante. Y eso vivimos el 5 de junio, en el concierto que la Unidad de Música de la Inspección General del Ejército, reforzada con maestros de otras agrupaciones musicales militares, dieron con motivo de la semana de las Fuerzas Armadas.

El Ejército organiza cada año este acto cultural, que no tiene para los promotores ningún cariz político. Nuestras Fuerzas Armadas mantienen la neutralidad y el concierto es exquisitamente respetuoso, e incluso interpretan el himno catalán, Els segadors, a pesar de que es una pieza excluyente y con un mensaje de rencor. Pero es el himno oficial de la comunidad autónoma, y esta Unidad de Música lo toca con respeto y solemnidad.

Pero para la gran mayoría del público que, año tras año, abarrota el Palau de la Música es algo más que un concierto de buena música. Es un acto de adhesión a la Resistencia al separatismo, es una muestra de apoyo a una Cataluña leal con el resto de España, es un canto de protesta ante unas instituciones catalanas dominadas por el secesionismo más excluyente, el que llama ñordos a los españoles y presume del lema golpista ho tornarem a fer.

De ahí que el Palau se venga abajo a los sones del banderita, y que cuando la orquesta finaliza el himno nacional los gritos de ¡viva España! resuenen en todo el recinto. Porque hay una Cataluña que se siente muy española y resiste a los abusos del secesionismo, y ante la continua retirada del Estado de Cataluña –los siguientes perjudicados de la traición de Pedro Sánchez serán la Policía Nacional y la Guardia Civil– aprovecha cualquier ocasión para mostrar su adhesión a las instituciones que representan la unidad nacional. Por eso, más de 20.000 catalanes acudieron hace unos días a las tres jornadas de puertas abiertas en el Acuartelamiento del Bruch, en Barcelona. O crean colas kilométricas cuando el navío escuela Juan Sebastián Elcano recala en la capital catalana.

Pedimos a los partidos que representan a la Cataluña que resiste al separatismo que dejen de pelearse entre ellos, porque es demasiado lo que está en juego. Las diferencias políticas son legítimas, y es normal que PP y Vox defiendan sus postulados básicos, porque son partidos que tienen sus diferencias ideológicas. Pero es imprescindible un frente unido para plantar cara a lo que nos viene encima: un separatismo echado al monte reforzado con un PSC y unos Comunes que ya no disimulan su alianza de hierro con los partidos independentistas. Que el ambiente de unidad que se vive en cada concierto del Palau se contagie al Parlament y al resto de instituciones en las que ambas formaciones tienen representación.

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