«Los dioses enloquecen a los que quieren perder»

«Los dioses enloquecen a los que quieren perder»

En enero de 2013 el President Artur Mas compareció en el Parlament y anunció que el Govern de la Generalitat ponía «rumbo de colisión con el Estado», oficializando una decisión que los think tank del nacionalismo burgués convergente, habían tomado tras la Diada anterior del 11 de septiembre de 2012.

Las causas de ese cambio de rumbo ya han sido prolijamente debatidas, y pueden resumirse en la consideración de que la muy grave crisis económica del momento, les dejó sin posibilidad de victimización frente al Gobierno del PP, ya que apenas llevaba un año al mando en España. Además, le hacían responsable de la conflictiva situación social, como ya se había evidenciado meses antes de que el PP accediera al Gobierno, cuando Artur Mas tuvo que llegar en helicóptero al Parque de la Ciudadela para poder acceder al Parlament, ante el asedio sometido por el incipiente movimiento de los «indignados» por la crisis.

El motivo del bloqueo era impedir que los diputados pudieran votar la primera Ley de Presupuestos de la Generalitat con CiU —tras recuperar el poder después de los dos tripartitos de izquierdas—, ley que aplicaba unos drásticos recortes de gasto para afrontar la muy grave situación económica y financiera de las cuentas públicas autonómicas. Ahí nació la estrategia al servicio del procés: la confrontación con el Estado, con la campaña del «España nos roba», y el expolio fiscal como argumento y coartada.

Han transcurrido más de ocho años, y ya conocemos los frutos de esa estrategia: división y enfrentamiento social, huida de empresas, dirigentes del procés fugados o en «prisión», pérdida reputacional de Cataluña en España y en el mundo, y violencia en las calles, entre otras penalidades. ¿Dónde quedan aquellas proclamas «Avui més que mai un sol poble…»?

En la actualidad, tras las elecciones del pasado 14-F con una abstención cercana al 50%,  en lugar de revisar el rumbo de la nave ahora ya separatista, se persevera en la ruta de la confrontación. «Los dioses enloquecen a los que quieren perder», y tal parece suceder con los actuales gobernantes autonómicos, que ponen de árbitro de la Generalitat a un partido como la CUP, que se atreve a fijar la «lucha antifascista» como uno de los ejes prioritarios del programa de gobierno.

Esta semana se constituye el Parlament, y el president de ERC in pectore, Aragonés, ya anuncia que el objetivo es trabajar por la «Generalitat republicana heredera de la heroica de Macià y Companys», y con la «autodeterminación y la amnistía como objetivos irrenunciables a negociar en la mesa bilateral para la solución del conflicto político catalán».

Ni la autodeterminación ni la amnistía caben en la Constitución, y el presunto «conflicto político» es un golpe de Estado fallido de iluminados fanáticos en plena rauxa, que actuaron cual émulos de aquellos dirigentes serbios de la ex–Yugoslavia, y no quieren aprender  la lección de la Historia. Ni la del 1-O, ni la del 6-O de 1934, que parecen querer repetir con su perseverancia en la enajenación, en lugar de asentarse en la sensatez, en el seny.

El nuevo tripartito buscado por Sánchez parece alejarse de momento, y haría bien en no perseverar en el error también él, de una política de apaciguamiento sobre la que la Historia aporta no pocas lecciones. Cualquier concesión en esa Mesa bilateral de «solución del conflicto», es colocarles en una posición de mayor ventaja para, llegado el momento, volver a las andadas de un nuevo octubre, ya sea rojo, negro, o amarillo, como el último.

Sánchez ha jugado esa carta con sus concesiones a ERC para seguir en el Gobierno, y ya hemos visto el resultado. Por ello, no debería olvidar que los tiempos no están para mayores tensiones que las que se avecinan con más de cuatro millones de parados, más uno en ERTE y otros tantos autónomos en cierre de actividad. No tenga la Historia que aplicarle  lo mismo que a Chamberlain, convirtiéndole en Sánchezlain. El actual rumbo de colisión nos lleva directos al precipicio. Y no solo a Cataluña.

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