Dinero público al servicio de un privado

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Durante las últimas cuatro décadas, el Centro de Investigaciones Sociológicas (CIS) ha sido sinónimo de seriedad y solvencia. Este capital de prestigio ha saltado por los aires en apenas nueve meses, gracias a la gestión –no precisamente brillante– de su actual presidente, José Félix Tezanos Tortajada. La noticia que hoy, en exclusiva, aporta OKDIARIO explica las causas de que en periodo de tiempo tan breve el CIS haya pasado ser una institución influyente por la autoridad que inspiraba su rigor e imparcialidad a convertirse en motivo de chistes, bromas y befas.

La última ‘tezanada’ que adelanta este periódico consiste en la intención de enfriar en las próximas encuestas del CIS las expectativas de voto que tienen los socialistas para las elecciones generales del 28 de abril. El temor del presidente Sánchez es que unas previsiones demasiado optimistas desmovilicen al votante de izquierdas, que podría optar por quedarse en casa ante una victoria que daría por segura. Si a día de hoy las perspectivas de voto para el PSOE caminan al alza, la obligación del CIS es la de reflejarlo en sus análisis con objetividad. No resulta aceptable es que el CIS se convierta en burdo instrumento de agitación y propaganda al servicio del Gobierno socialista.

Cuando hablamos del CIS, hablamos de un organismo público, cuyos fondos, por tanto, provienen del bolsillo de todos los españoles. No parece que este elemental planteamiento sea un freno para el presidente Sánchez, que ha convertido al Centro en correa de transmisión de sus deseos partidistas. Un anticipo de este proceder lo vivimos a comienzo de año, cuando el Ejecutivo socialista disparó a 11,4 millones de euros el presupuesto para la realización de sus estudios demoscópicos, cuando habitualmente sus fondos anuales son de 8 millones. No hacía falta tener la perspicacia estratégica de un Metternich para adivinar que 2019 fácilmente podría ser año electoral. Si estos augurios iban a cumplirse –como ha sucedido–, ya sabemos lo que para tal ocasión preveía el presidente Sánchez: un CIS bien engrasado y un presidente del CIS firme y en primer tiempo de saludo. Aunque no iba dirigida a él, a Tezanos se le podría aplicar la advertencia de Lastra cuando dijo aquello de que «no podemos confiar».

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