Ábalos, cortafuegos y atrapado

Ábalos
  • Graciano Palomo
  • Periodista y escritor con más de 40 años de experiencia. Especializado en la Transición y el centro derecha español. Fui jefe de Información Política en la agencia EFE. Escribo sobre política nacional

El juez del Tribunal Supremo, Leopoldo Puente, instructor del caso Ábalos/Sánchez, ha dejado al ex ministro y mano derecha de Pedro Sánchez sin pasaporte, sin poder viajar al extranjero y con la obligación de presentarse cada dos semanas en el juzgado para evitar fugas. Las medidas cautelares del instructor vienen avaladas por el fiscal y por las acusaciones populares.

Es una forma como otra cualquiera de anunciar al que fuera todopoderoso vicario general de Sánchez que olvide toda esperanza de librarse de un asunto que por sí mismo tendría que haber derribado al Gobierno. Hubiera ocurrido en cualquier democracia sana del mundo libre.

En las larguísimas y prolijas declaraciones que el durante mucho tiempo hombre de máxima confianza de Sánchez ha hecho estos días hay un dato que ha llamado la atención del columnista. Señala Ábalos: «Soy el cortafuegos del PSOE para que no afecte a nadie más, pero el caso va a escalar».

¿El caso va a escalar? Sí, eso ha dicho don José Luis, el que incendió la moción de censura contra Rajoy por corrupción. Pues bien, escalar sólo puede hacerse hacia arriba, no hacia abajo. Esto sería descender y el ex ministro ha dicho «escalar».

¿Quién estaba más arriba que Ábalos cuando empezó a guisarse todo el cocido de enorme corrupción socialista? Pedro Sánchez. Era la X, la cúpula suprema de aquel poder que nació el 1 de junio del 2018 cuando Mariano Rajoy fuera arrojado por la ventana del Congreso de los Diputados. Lo ha dicho, mejor insinuado, el ex secretario de Organización que entonces tuvo todo el poder del PSOE. Pero es también algo de lógica. ¿Acaso no fue Sánchez quien mandó al ministro de Transportes y Movilidad a recibir a la genocida Delcy Rodríguez, todopoderosa edecana de Maduro dentro de su siniestra maquinaria de represión, robo y tortura?

Sánchez era y es el jefe supremo. Ábalos un simple comisionado (ojo, escribo comisionado, no digo comisionista). Luego le mandó a paseo, aunque le mantuvo aforado y le hizo presidente de la Comisión de Interior en el Congreso de los Diputados.

Aquí, oigan, falta una X. Una enorme X. Esa X y el sentido común, el mero ejercicio de aplicar la inteligencia lógica, todo conduce en una misma dirección. Por eso en Moncloa están como están. De los nervios a flor de piel.

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